Dieciséis: Un terrible descubrimiento

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Ja ja ji ji, ¿Sorpresita? Demasiada para mi gusto, pero espero que no para el vuestro!!! ;D Bueno, olvidad a esta pequeña escritora y seguid disfrutando de la historia!! n.n

A medida que Gumball pasaba por el portal, vio como su pelo cambiaba de azul-marrón a solo azul.

El suspiró, pero entonces se entristeció porque jamás iba a volver a ver a la chica que le ayudó a encontrar a Anaís y a mamá.

Nicole le abrazó, y le preguntó.

-¿por qué has tardado tanto en salir?

-Me estaba despidiendo de Jane. Ha sido muy maja al habernos ayudado.

-Sí, ha sido un detalle por su parte. Bueno, habrá que ir a casa para salir a Elmore de nuevo, ¿No?

—Un momento... ¿Qué calle es esta?

—Elmore Street.

—¡La casa de Carrie está cerca! Necesito comprobar una cosa.

Salió corriendo. Solo Darwin le siguió.

—¿Vamos a casa de Carrie?

—Sí.

—¿Para qué?

—Se supone que Kail ha escapado. Si lo ha hecho, ha tenido que salir del tarro donde estaba encerrado. Necesito ver si en verdad ha escapado y coger el tarro para volver a atraparlo.

—Buena idea. —Le animó su hermano, y los dos siguieron su camino.

No más de tres minutos después, llegaron al portal de Carrie. Entraron por la ventana como Gumball había hecho en la casa de Tobías.

Llegaron a la sala donde Gumball vio a Kail encerrado hace meses. Era la habitación de Carrie.

Se acercó a un armario, pero el tarro no estaba. Entonces, los dos hermanos bajaron la vista y se encontraron el tarro roto en el suelo, con toda la purpurina desperdigada por la alfombra.

—Oh, no... El tarro está roto. ¡Y vacío! Sin ser desalmado dentro. —Gimió el peliazul.

—¿Dónde vamos a encontrar más botes y purpurina para encerrar a Kail de nuevo? —Preguntó Darwin.

—En la cocina. Seguro que hay algo de recipientes.

—Yo voy al mercado de al lado para buscar purpurina.

—De acuerdo.

Gumball bajó a la cocina-comedor y empezó a buscar cualquier cosa que se pareciera a un bote. Había uno sucio por una sustancia verde.

—Puaj, ectoplasma...

Lo mojó bajo el grifo para lavarlo.

Mientras tanto, Darwin...

Bajó del portal y entró en una papelería de cerca. Vio folios, bolígrafos, carpetas, sacapuntas, gomas de borrar... Pero no veía decorativos.

Cambió de parte de la tienda. Había perlitas, cartulinas fluorescentes, pegatinas... Sí, ahí estaban los decorativos. Eso seguro.

Había botes de cosas, pero eran de plástico. Necesitaban de cristal. Entonces, la vio: la purpurina, en una bolsa hermética.

Darwin la cogió y sonrió.

-¡Genial! ¡La tengo!

Volvió al portal de Carrie con la bolsita en la mano, orgulloso de su descubrimiento.

Los dos hermanos se encontraron allí, y juntos fueron a donde sus familiares es esperaban.

—¡Chicos! ¿Dónde estabais?

—Eso no importa ahora, mamá. Hay que saber dónde está Kail.

—Justo debajo del espejo.

—¡PUES VAMOS A CASA YAA!

Los cuatro corrieron hacia su casa, que estaba perdida en todo Elmore. Por suerte, Nicole sabía cómo llegar. Estuvieron allí en menos de veinte minutos.

—El espejo está en el ático, y justo debajo del ático está...

—¡El salón!

Subieron a toda prisa a la casa, y se encontraron a Kail tumbado en el sofá, tan panchamente.

—Hola, Wattersons. —Estos le miraron con odio.— Os estaba esperando.

La Dimensión (el asombroso mundo de Gumball)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora