Podía ver todo en cámara lenta.
¿La razón? Los dopantes que mi madre me obligó a tomar. Todo me aturdía y en mí solo habitaba un dolor profundo, tan profundo que apenas podía respirar.
Miraba a un punto fijo y las lágrimas brotaban sin que pudiera controlarlas.
Ojalá no pudiera ver ese punto fijo.
Un punto fijo en el que se veía a la que iba a ser mi hermosa prometida duermiendo tranquilamente y para siempre.
- ¿Rubén?.- dijo mi madre posicionándose al frente mío con una cara de preocupada que nunca había visto en ella.- ¿Hijo estás ahí?.- la miro y asiento.
En este momento no reacciono para nada.
Decidimos velarla en España ya que acá está toda su familia y demás.
Amigos míos y de ella, en cuanto pisan el velatorio, lo que hacen es dirigirse a mí. Me dan el pésame y yo apenas puedo abrazarlos. Y así como llegan amigos de ella y míos, también llegan familiares de ella y conocidos que yo ni enterado de su existencia.
Algunos culpándome y otros simplemente pasan de mí.
Me cuesta asimilar todo.
[...]
El velatorio ya iba a cerrar y todos teníamos que irnos por lo que poco a poco se veía cada vez más vacío el lugar donde se hallaba el cuerpo de mi novia.
- Ruben, tenemos que irnos.- en la voz de mi madre se le escuchaba serenidad y ternura. Hablaba lo suficientemente lento y bajo como para que yo pueda entender. Ya que ella sabía los efectos de los dopantes y no quería aturdirme.
La miro y me levanto del asiento. Mi madre me agarra del brazo y el que parece ser su pareza me rodea el cuello con su mano.
Me tenían muy prohibido acercarme a verla, a lo mucho una o dos veces al día, pues sabían que me haría peor.
Ya ha ocurrido que me he escapado para verla y he terminado mal y en consecuencia... Otro dopante para el resto del día.
¿Pero sabeís qué? Me vale una puta mierda. Yo tengo que verla.
Me safo de mi madre y de su pareja para correr hacia donde está ella. Cuando estoy a punto de llegar los brazos de la pareja de mi mamá me rodean el pecho impidiéndome el paso. Acto seguido: aparece mi madre tratando de calmarme.
- ¡DEJADME VERLA!.- solté con mucho sentimiento. Probablemente las únicas dos palabras que he pronunciado desde el hospital. Las lágrimas salían desesperadamente.
- Shh, shhh, Ruben, hijo, calma ¿sí?.- mis fuerzas disminuían y ya no era necesario la brusquedad de su pareja al detenerme. Me suelta y yo caigo en brazos de mi madre.- Calma, mi niño. Aquí estoy.
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Sonríe, Estoy Aquí.
Fiksi Penggemar"... Su cuerpo se desvaneció, cayendo en la blanca y fría nieve; haciendo que ésta adapte el color rojo de la sangre que salía de su cuerpo. Era una escena impactante, sin duda alguna dejaría trauma. Ese día uno de los dos se fue en cuerpo y alma al...