No quiero ir a la escuela.
Sé que es una estupidez, considerando que tuve unas mini vacaciones obligatorias de una semana, que si todo se fue a la mierda en siete días es obvio que solo uno será doloroso también. Pero no quiero ir a la maldita escuela.
No quiero verlos. Juntos.
—Mierda —siseo, sujetando mi codo y luego golpeando la bendita puerta—, estúpida...
—Cuida tu vocabulario —reprende la secretaria, levantando la mirada de la computadora solo dos segundos y después ignorándome, como si no acabara de escucharme entrar y golpearme con la manija mortal de la puerta de la recepción. Porque sí, puede que no quiera ir a la escuela, pero igual lo he hecho.
—Estoy bien, gracias por preguntar —bufo y avanzo en su dirección.
—Tú nunca estás bien —canturrea sin dejar de tipear y rio sin gracia, soltando mi codo adolorido y buscando parte de los apuntes que me dio, para ponerme al día, en mi mochila.
—El apoyo moral es bien recibido —me mofo, poniendo la fila de papeles sobre su escritorio. Doy media vuelta, dispuesta a por fin entrar a la cárcel. Pero tengo la oportunidad de retrasar mi ingreso, y no la voy a desaprovechar—. Y dime, ¿qué cuentas? — Me apoyo en el escritorio, cruzando los dedos para que responda con una larga descripción de su vida.
—Bueno, qué puedo decirte, ahora mismo tengo que lidiar con una adolescente con problemas de conducta graves que de pronto se interesó por mi monótona existencia —termina sonriente y me mira. Rio entre dientes—. ¿Te pusiste al día ya? —Toma los apuntes y los hojea.
Asiento, dudosa.
—En realidad no, voy por la mitad, lo demás te lo entregaré después —me detengo, intrigada por la cantidad excesiva de notas—. Avanzaron mucho...
—Semana antes de los exámenes, ¿qué esperabas? —me interrumpe, obvia.
—No me refiero a eso —aclaro, pensando realmente en lo ilógico de que te den los apuntes de la semana en la que fuiste suspendida, o peor, que te den los apuntes de los cursos en los que estabas atrasada desde más antes de esa fatídica semana—. ¿Siempre tienen esta consideración con todos los alumnos o...?
—No, pero tú eres un caso especial —expone y no sé si lo dice de verdad o es pura ironía.
Entonces lo recuerdo.
—Te estaba esperando, Willow —dice el profesor una vez que estoy delante de su escritorio.
Asiento, impaciente.
—Pues aquí estoy —murmuro y William me escruta con la mirada.
Levanto una ceja.
—Seré rápido, ya que te estoy quitando parte de tu receso y perdiendo parte de mi descanso. —Hace una pausa, viendo el folio que tiene entre sus manos y tendiéndomelo. Lo recibo, extrañada—. No quiero tenerte detrás de mí a fin de año pidiéndome una oportunidad para subir tus notas, así que; es mejor prevenir que lamentar. —Señala el folio que sostengo y lo abro, encontrando un temario e indicaciones para un trabajo.
—¿Siguen en pie con eso? —musito, el cansancio es evidente en mi tono de voz—, porque pensé que después de todo lo que pasó se iban a dar cuenta de que no soporto estar bajo presión —concluyo, pensando en ir a hablar con la directora para poner fin a esta situación que se supone que mi mamá había parado el día después del incidente, cuando impidió que me expulsaran.
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Until you're mine © |Logan Lerman
Fanfiction«Lo veo caminar por el pasillo y sé que esto ha comenzado. "Hasta que seas mío"; le prometo mentalmente, y no hay vuelta atrás.» Novela Original No copyright. Queda prohibida la copia completa o parcial de la historia. Se original. Novela r...