Expolio...
y robo tu cuerpo.
Expolio...
el mundo de tus sueños.
Expolio tu mente,
tus recuerdos,
tus sueños
y esperanzas.
Arranco la venda de tus ojos
y sacio la sed de tus entrañas.
Expolio los gritos soterrados de tu mente,
desterrando las pesadillas que te envuelven.
Como un arqueólogo,
me abro paso entre los muros
que franquean la entrada
a la cámara de tus esperanzas
y, al llegar a ella,
saqueo el refugio de tus sueños,
librándote al caos
que se extiende más allá
de los pensamientos soterrados de tu alma.
Expolio...
y me lo llevo todo.
Sin embargo...
no expolio,
ni robo,
ni saqueo...
He llegado a la cámara secreta
y tú me das todas tus ofrendas.
Soy un ladrón
que no tiene conmiseración,
mas esta noche la trampa
se ha cernido sobre mí.
Me has apresado
al obsequiarme tu alma,
y ahora
me encuentro perdido
sin poder encontrar el camino
que me lleve de nuevo a la salida.
Expolio...
y tu te has entregado
y, ahora, soy yo el cazado.
Expolio...
me has apresado.
Y contigo, en la tumba de vanidades,
te devuelvo los obsequios que me entregaste
y te ofrezco mis sueños
para enterrar juntos nuestros huesos.