Era un día más en mi simple y común vida. Me levante como todos los días, pensando el motivo de respirar un día mas en el planeta tierra, cuestionándome mi existencia desde los primeros rayos de sol. Pero este día a diferencia de otros tendría otro desenlace, desayune y decidí hacer planes para la tarde. Por la misma me dirigí al río a respirar aire puro, a caminar y acomodar mis ideas. En el momento que menos pensaba te cruzaste delante de mi vista, sentada junto al rio, con tu vestido blanco y un libro en la mano. De qué manera alguien con tantos temores se podía acercar si quiera a decir hola, me quede perplejo hasta que fue inevitable que notaras mi presencia, giraste hacia mí y puedo afirmar que jamás vi una sonrisa tan hermosa, llena de luz que me atrapo desde el primer instante. Fuiste tú la que dio el primer paso y con una dulce voz me saludaste, me preguntaste a mí un desconocido que pasaba por ahí caminando si quería sentarme a conversar junto al rio, no sé qué reflejaría mi rostro pero aseguro que no provocaría miedo, tal vez tristeza, pero decidí aceptar la oferta. Abriste una ventana a un mundo que jamás pensé que se me volvería a presentar, cuando me quise dar cuenta habían transcurrido horas contándonos cosas el uno del otro, la razón precisa no la se pero sentía en lo profundo de mi corazón que te conocía de toda la vida. Y paso algo que ni frente a mis seres más cercano hago, comenzaron a caer lagrimas en mis ojos, puede ser porque hace mucho tiempo no sentía tanta paz en el alma y solo por una simple charla junto a una persona que hasta ese momento creía desconocer; ella tomo un pañuelo y seco mis lagrimas, me miro profundo a los ojos y me dijo "pueden pasar años, pero de la calidez de tu ser no me olvide jamás" me quede atonitito no comprendía a que se refería, en ese segundo tuve una regresión a mi infancia, cuando aún era un inocente niño, nunca se me hizo fácil acercarme a las personas, por eso un día en el parque de mi ciudad jugaba solo ,mientras el resto de niños compartían el momento, entonces una niña de cabello negro y unos ojos verdes aperlados se acerco y me invito a jugar con ella. Al principio sentí mucha timidez, pero poco a poco me fui soltando y pase una de las mejores tardes que podía vivir a una corta edad, pronto llego el anochecer y tu madre dijo "Luna es hora de ir a casa", yo no podía creer que ese momento acabaría, sin saber si te volvería ver, te pregunte ¿volverás mañana? Y me respondiste que sí, pero que si no sucedía algún día la vida nos volvería a cruzar y nos haría inseparables, en aquel entonces no comprendí con claridad tus palabras. Al llegar todos esos recuerdos a mi mente cayó en la realidad, tenía de nuevo frente a mí a aquella niña que robo mi infantil corazón, que hizo una promesa y luego de muchos tiempo cumplió, sin decir una palabra me abrazo y nos quedamos en silencio por un buen rato, hasta que te acercaste a mi oído diciendo "tranquilo, todo tembló hasta el día de hoy, pero ya no mas, ya estoy aquí, tu alma dejara de sufrir", por todo mi cuerpo recorrió una calidez que erizo mi piel, cuando menos lo espere llegaste a mí, y comprendí que debía ser fuerte porque nuevamente tenía un razón para sonreír, todo aquello que era simple imaginación ya no lo era- cuanto tiempo tuvo que pasar, por cuantas cosas tuve que pasar, quiero amar y sin pensar entregarme a ser feliz. Se hizo de noche y no quería que ese momento terminara, y no seria así sino la continuación de un amor tan puro como el que inicio con dos niños y una promesa.
WALTER TKACZ- 2 de abril 2018
