Una Navidad 2/?

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-Que me va a importar lo que diga ese baboso cuando ella está cargando un bebé que es mío-dijo impulsivamente Poncho en el acalorado momento y todo quedo en silencio hasta que se escuchó un golpe seco en la cabeza de poncho producido por la mano de any, e inmediatamente él se dio cuenta que la había cagado.

La pareja por más que quiso demorarlo eventualmente tenían que mirar al resto de la familia, poncho miraba a Anahí de una manera que solo pedía disculpas, poncho intentó dar una excusa para así ocultar la verdad y se escuchaba mucha gente hablar a la vez.

-Any...¿estás embarazada?-le preguntó con voz temblorosa su mamá, mientras poco a poco se acercaba a ellos, el silencio invadió todo unos segundos que parecieron años, poncho puso una mano en la espalda baja de any infundiendole seguridad y a la vez haciéndole saber que apoyaba lo que fuera que iba a decir.

-Sí-afirmó ella, any había tenido calma durante su embarazo, sin duda alguna había llorado menos de la mitad de veces que lo había hecho poncho; pero en ese momento, en el momento en que su madre la abrazó, no pudo evitar sentir la emoción, la realidad de este asunto, el gran paso que estaba sucediendo con aquel hombre que amaba.

Rápidamente toda la familia los felicitó y curiosamente los papeles se habían invertido, Poncho estaba tranquilo, con una imborrable sonrisa mirándola llena de amor; en cambio ella se le aguaban los ojos cada vez que le tocaban la barriga.

-¿Cómo no nos habías contado en cuanto llegaron?-exclamaba dulce sin poder entenderlo, nadie los iba a juzgar.

-Queríamos que todos estuvieran para contarles-explicó la ojiazul-pero al parecer alguien no se resistió-dijo y poncho mostró sus dientes con una cara de travesura que derritió a any por dentro-debería llamar a mi papá y a Christian-añadió sin despegar los ojos de su pareja

-Ya lo hice-dijo la mamá de any-al principio no lo creía y luego lo oí sollozar-añadió riendo haciendo que los demás también lo hicieran.

Pasaron las horas, el ambiente increíblemente estaba mejor que antes de contar la noticia, una vez ya se veían todos cansados, decidieron tomar camino al hotel, y aunque las futuras abuelas les ofrecieron varias veces la casa para que se quedaran, ninguno aceptó. Estaban llegando a la habitación, llevaban las manos cogidas y los pasos acompasados. Entraron, poncho se estaba poniendo la pijama pero ella lo interrumpió cuando estaba poniéndose la camisa, en cuanto la miro supo el porqué, sonrió y la beso, caminaron poco a poco hasta caer en la cama, pero ella quedo encima de él, se movía lentamente sobre su creciente erección, Poncho sabía perfectamente porque lo hacía, la conocía mejor que a sí mismo. Cuando ella se hacía arriba al momento de hacerle el amor era porque la hacía sentirse poderosa, la hacía sentirse lo mejor que le puede pasar a Poncho (y no estaba muy alejada de la realidad), porque sabía que en esa posición era donde él más disfrutaba, Poncho sabía que en el sexo, cuando ella estaba arriba era porque esa noche era para él. Comprobó su teoría una vez ella lo dejo de besar y empezó a descender dejando besos en su camino, le bajo la pijama y liberó la erección y empezó a besar el miembro de poncho haciendo que este se estremeciera. Enredó sus manos en el cabello de la chica y guió el movimiento de su miembro en la boca de ella, le encantaba el sexo oral que ella le hacía, sin duda era el mejor que le habían hecho en su vida, mirarla incrementaba el placer en él, que ella lo mirara y viera esos grandes ojos azules que pueden parecer inocentes, haciendo lo que estaba haciendo simplemente lo hacía jadear e incrementar la velocidad.

-Amor, ya casi-dijo él con demasiada dificultad, pero ella no se detuvo, reemplazó con su mano a sus labios y se acercó a poncho

-No te imaginas cuanto te amo-le dijo ella con sus ojos llenos de sinceridad y él explotó. Gritó más fuerte de lo que se imaginó, volvió a tener conciencia cuando ella volvió del lavamanos y se acostó sobre el pecho de él. La volteó quedando ahora ella abajo y le acarició sus mejillas.

Una Historia Para Contar ¿o no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora