Capítulo 37

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6 pm 

22 HORAS RESTANTES.

Ya habían cruzado por un área de maleza y pastura, ahora se encontraban caminando a través de tierra y algunas partes enlodadas, aunque aún así, los hongos seguían apareciendo.

El cuerpo inmóvil del muchacho provocó que fuese mucho más difícil estar alerta; Silvia iba al frente, cuidando donde pisaba y alertándoles a Fer y a Iván cuando encontraba hongos.

Iván, que cargaba la parte derecha de Isaac, sintió que el cuerpo se ponía pesado, si bien podría ser que de tanto cargarlo, su cuerpo ya estuviera cansado y lo obligara a dejar el peso extra provocándole fatiga. Pero ¿Porqué ahora? Habían caminado lentamente cerca de treinta minutos, ¿No debió haber sentido aquello antes? ¿Y si no era cosa de él sino de Isaac?

Como si el muchacho que cargaba hubiese escuchado la pregunta en su cabeza, inició a mover los dedos de sus manos, parecido a un tic nervioso más notable en sus dedos índice y pulgar; apenas se notaba el movimiento generado por sus músculos. Segundos después, comenzó a mover todos sus dedos.

-¡Silvia!-. La llamó Iván- ¡Se está moviendo!

Inmediatamente, la mujer se acercó para confirmar lo que Iván le decía. Era cierto, se movía. Pero ¿Qué significaba eso? apenas era un movimiento reflejo. No le indicaba mucho; sabía que ese movimiento era producido por un sueño. Lo que estuviese soñando Isaac podía activar los músculos de sus manos, y no sólo esos, sino de todo su cuerpo. Aunque, también sabía que eso era un signo de que podría despertar muy acelerado, con pulso rápido y presión alta.

-¡Acuéstenlo!- decidió- tengo que verificar su pulso.

Fer recostó a Isaac en la tierra, después de que Silvia confirmara que no hubiese hongos cerca. Iván se frotó la frente, estaban cerca, al menos mucho más cerca. Ya podía escuchar claramente la corriente de agua y eso lo emocionaba mucho. Sin embargo también le aterraba ¿Qué iban a encontrar del otro lado del Muro? ¿Cuántas cosas habrían cambiado? ¿Tendría los mismos derechos que el resto de la población? Claro que sí- pensó- ellos no tienen porqué enterarse de dónde vengo. ¿Y qué pasaba si ni siquiera lograban salir de las instalaciones miliares? Un sentimiento de derrota le llenó el pecho y sintió que sus pulmones ardían, de la nada y sin haberlo pensado antes una pregunta lo asaltó: ¿Era posible que su familia estuviera viva? Y después de ésta se desprendieron miles ¿Su padre, cómo luciría? ¿Su madre conservaría el cabello corto? ¿Se dedicarían a lo mismo? ¿Tendrían otro hijo, o qué tal una hija? Eran tantas las preguntas que su mente estaba formulando que comenzó a negar con la cabeza, cerró los ojos y recordó. Recordó el día en que sucedió el <<accidente>> recordó a sus padres, a sus amigos, a sus abuelos. ¿Dónde estaban?

Escuchó un fuerte quejido y se sorprendió al ver que ese había alejado cuatro metros del cuerpo inerte de Isaac. Se acercó nuevamente y lo miró.

Isaac frunció el ceño tensó la quijada, luego lentamente abrió los ojos y se cubrió la cara con los brazos, el sol era demasiado intenso, no pudo soportar tanta luz de golpe.

Los tres que lo miraban suspiraron y sonrieron entre ellos, menos mal. Aquel muchacho debía tener bastantes razones para vivir, eso o tenía una fortaleza impenetrable.

-Parece que alguien en el cielo te quiere vivo-. Aseguró Silvia mirándolo.

-O más bien no me quieren en el infierno todavía-. Bromeó sin apartar sus brazos del rostro.

Si tú vas, yo tambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora