Capítulo 26

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Narra Marielle:
—No te hagas esto, vos tenias la vida resuelta, a la chica que te gustaba y la que entro a hacer desastre soy yo...— Si ibamos a repartir las culpas creo llevarme la mayor parte.
—Eso no me salva de las cosas que hice, estaba en mi no desear a la mujer de mi hermano, no me provocaste conscientemente, es algo que pasó— deslizo sus brazos al rededor de mi cintura. —No podemos hacerles esto...es una locura— trate de alejarlo en vano.
—Hoy somos nosotros solos, vos y yo...No existe nadie, aunque parezca un hijo de puta...Hagamos el amor— acercamos nuestros labios, dulce y tortuoso. Guido me sentó en su regazo, acariciando mis piernas con la llema de los dedos. Juro por dios que me puso la piel de gallina. Poco a poco fue levantando el remeron hasta quitarmelo y arrojarlo en el suelo junto a su remera gris. Tire la cabeza hacia atras mientras el besaba mis pechos sin parar. Me palpitaba el corazón a mil, nunca me habia sentido así. Empuje su cuerpo a la cama, sobre el, haciendo cuanto quisiera. Besando cada porción de piel en su torso desnudo. Él deslizo una mano debajo de la ropa interior, justo en mi cola, apretando y soltando. Poso una mano en mi cintura girando los cuerpos. Así sus besos recorrieron mi cuerpo entero, sentía tensarse los musculos de mi estomago cuando lamía mi hombligo. No me dió tiempo a darme cuenta, sentía su lengua acariciando mi sexo de arriba a abajo. Me llenó de un placer que no habia experimentado antes. Habiendo retomado el control me sentí dueña de su sexo por un minuto. Maseajendo de arriba a abajo, complaciendo como lo hice con Gaston, solo que ahora mi fantasía se hizo realidad.
—Espera un segundo— se levantó, tomo su pantalón medio mojado y saco un preservativo, lo colocó en su erección y volvió hacia mí.
Terminamos exhaustos, satisfechos y ¿culpables? Cuando acabamos, ambos tiramos la cabeza hacia atrás. Una lagrima rodó por mi mejilla, volví a mirar su rostro. El también lloró.
El resto de ese día no hablamos del tema. Nos dedicamos a pensar en cualquier cosa. El asunto era como hacer a la noche para dormir en la misma cama. Y solo dormir.
—Che...— articulamos al unísono. Nos miramos y reimos un momento...

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