Capítulo 28

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Narra Marielle:
17:30 volvimos por fin a nuestra ciudad. El viaje se torno largo, en vez de tres horas parecian cinco. Estuvimos callados, inmoviles.
¿Qué podiamos decir? Hablar del tema era inútil. Volvimos siendo extraños. O al menos intentando serlo. Recibí un mensaje de Gaston.
—¿Te fijas porfa?— Guido accedió a revisar el mensaje.
—Gas dice que a la noche se juntan todos a comer en su casa, pregunta si vamos a llegar— que conveniente, justo ahora que queriamos estar lo mas alejados posible.
—decile que llegamos a las ocho— conteste sin desviar la vista del camino.
—listo, ya le mande...Así que nos vemos de nuevo...Que justo— dijo guardando las manos en los bolsillos.
—Pensé lo mismo, pero Necochea no existió...es lo mejor para todos— suspiramos profundamente. Llegamos juntos a la casa de Gas. Enseguida me recibió en la puerta.
—Hola amor— nos besamos. Lo mismo hicieron Guido y Agus al verse. Luego le pedí a Gaston que me dejara subir a bañarme,  Aproveche para cambiarme la ropa entonces tocaron la puerta. Mi pulso aumento a mil imaginando que Guido estaba detrás de esa puerta. Cuando la abrí me encontre a Gas con una seriedad que daba miedo.
—¿Podemos hablar?— entró.
—Estas raro ¿Queres hablar de la discusión?— imagine que seria por eso.
—Si, te note rara cuando llegaste, va a los dos...¿Paso algo entre ustedes?— Así, derecho, de frente.
—No Gaston, no paso absolutamente nada entre nosotros, nada...— la puerta se abrió, ahora si era Guido. Su cara delataba que escucho cada palabra que salió de mi boca. —Los estan esperando abajo— dio media vuelta y atino a irse. Obviamente lo que escucho no le hizo ninguna gracia. Al bajar me sente con Gas sobre sus piernas. Solo podía mirar al rubio frente a mi y pedirle perdón con la mirada. El se levanto y camino al patio. Espere un rato para no levantar sospechas. Lo seguí.
—Guido...— hable.
—¿Qué? Quedo todo claro me parece— dijo sin mirarme.
—¿Qué mas podía decirle? Me partió el alma la forma en que me miro, estoy siendo forra con los dos, pero entendeme, no se como manejar todo esto— queria tocarlo, sentir sus manos pero era un peligro que no estaba lista para correr.
—Te entiendo, yo tampoco sabría que hacer—

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