Capítulo 32

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Narra Guido:
No lo podía creer, tanto Marielle como yo nos estabamos castigando por lo que hicimos ¿Todo para esto? Era increíble.
—Lo tengo que cagar a trompadas— Quizé avanzar pero Mari me freno.
—No Guido, no valgo que te pelees con tu hermano...Al fin y al cabo lo cagué primero...supongo que lo merezco— Me rompía el corazón verla en ese estado.
—No digas eso, nunca quisimos lastimar, no se Gaston, pero nosotros no...No te hagas esto ¿Que vas a hacer? Ignorarlo y volver con el...— Si lo hacía seria una mujer infeliz por el resto de su vida. Si es que eso incluía que Gaston mantuviera su aventura.
—No se, tengo la cabeza revuelta, haga lo que haga voy a sentir que uso esto como excusa para alejarme...— parecía acerse a la idea de dejar las cosas como están.
—No podes hacerte esto— busque sus labios una vez mas. Mis manos acariciaban su cintura. Hoy la sentía diferente, mas vulnerable.
—Guido...me siento mal...— su piel estaba palída. La abrace por encima de los hombros para ayudarla a bajar. Ya en la sala principal caminamos a la puerta. No podía dejarla acá, así que la llevé a mi casa. Necesitaba descansar. No tardo en dormir. Se quedó en la cama, tapada con una frasada. Me acosté a su lado sin taparme. Me gustaba verla dormir. Me daba paz. Estire la mano para acomodarle algunos mechones de cabello detras de la oreja. Entonces tocaron la puerta.
—Guido ¿Sabes algo de Mari? Se fue y no me aviso— Gaston estaba del otro lado como si nada. —Esta arriba en mi cuarto, dejala dormir— respondí en seco.
—¿Porqué MI novia esta acá?— hizo enfasís en el MI.
—Porque vos sos un pelotudo, te vio a los besos con la primita ¿Cómo te pensas que se puso?— quedo blanco como un fantasma.
—Necesito hablar con ella— hizo por entrar de prepo.
—Te dije que la dejes dormir, haceme el favor...— Señalé la puerta.
—No te metas Guido, necesito hablar con ella— subió escaleras arriba y abrió la puerta.
—Gaston vení acá— no me hizo caso. —¿Qué haces acá?— Mari se sorprendió al verlo.
—Necesito que hablemos— encaró.
—No hay nada de que hablar, por favor— una lagrima recorrió su mejilla.
—Si hay que hablar, dejame explicarte— Insistío.
—No quiero que me expliques nada Gaston—...

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