Capítulo 33

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Narra Marielle:
Lo tenía a Gaston de un lado queriendo que hablemos, y a Guido del otro cuidandome.
—Dale Gaston, andate a tu casa—Guido lo agarró del brazo, este igualmente soltó.
—No me voy sin vos Mari, necesito que me dejes explicarte, por favor— tomo mi mano. —No, ahora no...dejame sola...tengo que pensar mucho— respondí soltando su mano. De verdad estaba confundida. Al final, no tuvo mas remedio que irse.
—¡Esto es una mierda! ¡Yo soy una mierda! ¡El es una mierda!— empecé a gritar fuera de mí. Guido abrazo mi cintura tomando mis brazos con los suyos. —Basta, basta, no te tortures más— me daba besos en los hombros y en el cuello. Me tuvo así hasta poder calmarme.
—Gracias Guido...Es todo tan complicado, quiero hacer de cuenta que estamos los dos solos, en Necochea— me gire hacia el. Nos besamos lentamente. Disfrutando el rose constante, era como un fuego creciendo poco a poco. Ambos nos sentamos en la cama, Guido se coloco detras de mí. Así deslizo la campera de cuero que luego arrojó al suelo, uno por uno desprendió los botones de mi camisa blanca. Su mano derecha desendió sobre mi abdomen, entrando a gusto en el pantalón desabrochado. Todos y cada uno de los musculos en mi cuerpo se tensarón al sentir sus dedos que sabian como hacerme enloquecer. Pronto las caricias se hicieron salvajes, sus dedos largos entraban y salian de mi. Sin perder el manejo que ejercía, me recostó en la cama donde mi torso quedo libre de toda ropa y mi busto a merced de su boca. Las cosas que nos hicimos fueron demenciales. Disfrutamos nuestros cuerpos de una manera especial a la primera vez. Algo muy diferente. Parecía no querer terminar, no queria apartarse de mí y yo de el. Quedamos rendidos. Guido se durmió mientras yo no dejaba de pensar. Lo miraba y lo miraba sin respuesta alguna. Me levante cuidadosamente, me vestí y baje la escaleras hacía la salida. Allí cuando la puerta se abrió mis ojos lo hicieron a la par. La persona del otro lado me miro espectante, con sorpresa y hasta con enojo.
—¿Qué haces aca Marielle?— No podía decirle lo que hice. Lo que hicimos. No podia decir ni una sola palabra. Alguién bajo la escalera. Era Guido, que solo traía puesto el boxer...

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