Tierno gruñón

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Durante la noche, (T/n) hacía sus respectivas tareas del día —cortesía de una de sus mejores amigas quien le pasó las notas de todas las clases — mientras pensaba y le daba vueltas al asunto; ya no tenía trabajo, había perdido una evaluación que valía el 50% de la materia, la beca se mantenía con promedio de excelencia y por supuesto que sus padres no podrían enviarle más dinero del que ya le enviaban.

— ¡Dios! ¿Qué voy a hacer ahora?

Sabía que Mr. Kirkland la apoyaría de alguna u otra manera, pero ¿Cómo? ¿Hablaría con la bibliotecaria para que le devolviera el empleo? ¿Se apiadaría de ella para que presentara el examen? Lo veía en verdad improbable, el profesor se había enojado mucho con ella como para ser más amable de lo que debería.

— A este paso voy a terminar la tarea para el 2030 — dijo quejándose. Suspiró amargamente y se estiró sobre la silla —que por cierto era tan cómoda como sentarse sobre mil clavos.

Estaba cansada, agotada, muy, muy preocupada del qué sería de ella, su educación y su futuro. En realidad, todo aquello era una carga inmensa sobre sus hombros, tensos de tanto mantenerse encorvada sobre el escritorio.

Alguien toca la puerta. Después, (T/n) se levanta perezosa de la silla para ver quién era.

— Hola Edith ¿Qué pasa? — le dice a la chica que está parada en el pasillo del otro lado de la puerta. Edith, era una de las chicas de semestre superior que conocía por ser la consejera de los recién ingresados. En realidad, era una chica muy amable y paciente a la hora de resolver sus dudas y a (T/n) le había caído muy bien.

— Esto es para ti, Mr. Kirkland lo manda. Me dijo que estudiaras desde el capítulo II hasta el capítulo IV, que vieras en especial las cápsulas informativas. De este otro libro tienes que memorizar nombres y fechas de la página 50 a la página 70 — Edith le entregó un tomo de historia universal y un libro complementario a éste de personajes importantes — ¡Ah, se me olvidaba! Mañana tienes que verlo en la biblioteca a las tres de la tarde.

— Gracias, Edith. Buenas noches.

(T/n) fue hasta su escritorio con ambos libros que tenían marcadores de las páginas y exactamente que partes debía memorizar. En la parte posterior de la pasta del libro "Historia Universal" Encontró una nota a manuscrita:

Memoriza todo para mañana. Estaré esperándote en la biblioteca central a las 15:00 horas, no faltes. ULTIMA OPORUNIDAD, (T/n).

Profesor, Arthur Kirkland.

— ¡SI! — gritó (T/n) con alegría desbordante. No podía creer que el profesor Kirkland, con todo y su mal humor de diario, le diera otra oportunidad y que, además, le dijera lo que vendría en el examen —. Profesor, lamento haber pensado alguna vez que era un viejo gruñón ¡Ahora es todo un ángel caído del cielo!

Aunque tenía tarea que terminar, se puso a estudiar. Hizo un plan: en algunas materias las tareas valían poco y con una que no entregara a tiempo no le haría ningún mal a su promedio. Sin embargo, el examen de historia, valía la mitad de la calificación de todo el semestre. Así que decidió mejor ponerse a estudiar. Si después de estudiar se sentía lo suficientemente llena de energía, entonces haría las tareas que le faltaban.

Pasando las tres de la madrugada decidió dejar todo de lado. Había estudiado lo suficiente, no tanto para no saturar su cerebro e hizo la tarea que le faltaba. Ya era hora de acostarse y tener dulces sueños.

A la mañana siguiente, se despertó de muy buen humor. Se preparó asegurándose de que llevaba todo lo que necesitaba para ese día, en especial las tareas, y por supuesto, los libros que el profesor Kirlkland le había conseguido. Recordaba claramente cómo sus compañeros casi se peleaban por conseguir un ejemplar de esos libros una semana antes del examen.

Teacher or Daddy (Hetalia x Lectora fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora