La misión

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Puesto a consideración, se podría decir que nunca descansaba, nada más dormía. Estaba siempre al pendiente del peligro, nunca estaba totalmente inconsciente, vencida por el sueño. Incluso en ese momento que parecía estar todo en paz, a pesar de estar dormitando, una parte de ella continuaba al pendiente por si la atacaban. Nunca podría tener paz con ese trabajo.

Al cabo de una hora, despertó, notando a partir del nuevo paisaje que no faltaba mucho para su llegada, de cualquier modo por primera vez el chofer abrió la boca solo para dar este anuncio.

En cuanto el auto amarillo se estacionó, pudo ver a Tino esperando en la acera, arrimado al muro del restaurante, el cual tenía un aspecto pintoresco y acogedor. Tino, al percatarse de su llegada, se apresuró hacia allí para pagar el viaje. Debió suponer que la mujer no cargaba dinero con el cual remunerar el trabajo, fue una suposición acertada. Nuevamente, el hombre dejó oír su voz aguda solo para dictar el precio. El rubio pagó y tuvo la amabilidad de abrirle la puerta y extenderle una mano para ayudarle a bajar del auto, solamente le sonrió a manera de saludo, pues realmente se le hacía complicado ver a una muchacha joven de ese modo; sucia, con las ropas desgarradas, despeinada y golpeada con moretones que no permiten vislumbrar su belleza. Por otra parte, la muchacha hizo nada más un gesto con la cabeza, tanto a manera de saludo como de agradecimiento, tomó la mano del hombre y bajó del taxi para luego aferrarse al brazo de quien le brindó ayuda.

Tino no iba a permitir que (T/N) ande de ese modo por ahí, pero claro, la charla por la cual estaban allí no se podía posponer. Ella tampoco accedería a esto, era terca cuando trataba situaciones así. No tenía de otra más que darle la ropa que le había llevado, entre ello estaba una bolsita de maquillaje por si quería ocultar su ojo morado. La muchacha tomó las cosas y entró directamente al servicio higiénico, una vez allí, cambió sus prendas por las nuevas, tomándose algunos minutos para contemplar lo mal que se veía su cuerpo. Lo encontraba desgastado, destrozado...

Al salir del baño, se encontró con Tino sentado en una de las bancas de la barra, conversando con un muchacho sonriente que se encontraba al otro lado, parecía ser trabajador del lugar,  estar muy cómodos hasta que el italiano advirtió su presencia.

—¡Oh! Una hermosa bambina ha salido del baño de mi establecimiento, ¿Qué es lo que le ha sucedido en su hermoso rostro? —comenzó a parlotear el joven. Había notado el moretón en el rostro de la chica porque esta no había usado el maquillaje. Tino la regresó a ver con una mirada cansada.

—Feliciano, ella es (T/N) (T/A), es una compañera de trabajo, ha venido desde (T/P) a Alemania por cuestiones laborales —habló el rubio tomando a la nombrada por los hombros —(T/N), él es Feliciano Vargas, junto a sus hermanos Lovino y Romeo son los propietarios de este restaurante. Es aliado nuestro, siempre puedes confiar en él si tienes problemas y no tienes a donde acudir—. Supo a qué se refería con toda esa presentación, pero con esa pinta no parecía que realmente supiera sobre la situación en la que se encontraban envueltos, o al menos no parecía estar inmerso en ese mundo turbio más aún teniendo una familia a la cual cuidar.

Hasta la presentación, Feliciano ya había saltado la barra para saludar como es debido a una hermosa muchacha, mientras que (T/N) mantuvo su postura.

È un piacere conoscerti, bellahabló el joven en su idioma nativo, tomando con delicadeza la mano de la joven para besarla.

Il piacere è mio, signor Vargas —respondió ella en el idioma del otro, limitándose a ofrecerle una sonrisa, la cual él devolvió con mayor calidez al oírle pronunciar un excelente italiano. Él siquiera había agregado algún otro comentario respecto al golpe que la chica tenía en el rostro, seguramente a partir de la presentación supo que no era conveniente preguntar más, aunque lo más probable es que ahora sea un dato obvio, si sabe a qué se dedican.

—Bueno, Feliciano —habló el finlandés nuevamente —ha sido un placer charlar contigo, si nos disculpas, tomaremos una mesa. Si pudieras enviarnos un par de tus mejores platos sería extraordinario. Permiso.

—¡La casa invita! No todos los días tengo el gusto de ver a un colega, y mucho menos de conocer a una hermosa mujer como usted—. Habló el castaño alzando las manos con emoción. El rubio se limitó a asentir con una sonrisa, ya que rechazar o contradecir el regalo del otro resultaría simplemente inútil.

Tino condujo a (T/N) hasta una mesa, preferiblemente alejada de las ventanas para evitar cualquier situación. Una vez acomodados, sentenció:

—Sabes para qué estamos aquí, ¿Verdad?

—Posiblemente.

—¡Por favor! No hagas esto más difícil para mí... —. Él no era como ella. Para él es más complicado decir las cosas, más aún si se trata de algo malo, y ella lo sabía.

—Bien, bien, ¿A dónde tendré que ir ahora?

—No muy lejos de aquí, debo decir. Pero debo pedirte que te cuides. Tu siguiente misión será en la RFA, ya que no lograste concretar la que tenías aquí, tendrás que continuar el trabajo.

—¿Qué me dices sobre Kirkland?

—Ese es un asunto aparte del cual yo no te puedo informar. Y bueno, querida, tampoco hemos obtenido nada sobre él. Pero te aseguro que ya aparecerá algo, y te prometo que serás la primera en enterarse—. Esto último lo dijo con una voz más suave de lo usual, como si quisiera ser delicado con un tema difícil de hablar.

—Bueno, ¿Y en cuanto tendré que estar allá? —cuestionó ella nuevamente, dejando el tema anterior atrás y regresando a lo laboralmente importante.

—Me las he arreglado para que te den unas cortas vacaciones. Empezarás dentro de dos semanas, pero tendrás que permanecer aquí durante ese tiempo. Hoy regresarás a Inglaterra solo para informar lo que has hecho aquí y de paso recibir indicaciones más específicas. Esa fue la disposición, y lo que se quiere lograr con esto es, como siempre, evitar sospechas por parte del enemigo. Por esa razón pasarás esos días en casa de los italianos, aprovechando que esta zona queda alejada de aquellos salvajes. Ellos cuidarán bien d--

—No necesito que me cuiden —interrumpió en seco — ¿Algún consejo o recomendación adicional?

—Sí, bueno, el tiempo que pases aquí serás una mesera. Me han pedido que te diga que no salgas de la zona, pero yo mismo les dije que eso contigo no era posible, ya que, personalmente, opino que si se desea avanzar con la investigación tú deberías tomarte algún tiempo y salir. Pienso que es lo que harías.

—Me conoces bien, ¿Eh? Al parecer si tengo que realizar dos trabajos no serán precisamente unas vacaciones, ¿No crees?

—Al menos con esto te guardas el estrés para después —dijo él riendo.

Dicho aquello, llegó Romeo, el menor de los hermanos con los platos de pasta para los dos presentes.

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⏰ Última actualización: Apr 04, 2018 ⏰

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