Caer al vacio

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Habían pasado tres días en Ciudad del Este y ella se encontraba sentada en el alféizar de la ventana de su cuarto, mientras los demás desayunaban, pensando en todo lo que había sucedido.
Los últimos días habían sido muy difíciles, ya que ignorar a Keilot, no era nada fácil. Mucho menos, después de la revelación que tuvo el día que escapó de él. No podía dejar de pensar en eso.

Después de la cálida bienvenida que su grupo de amigos le dió, un arrepentido cazador se acercó a ella para pedirle disculpas, pero lo ignoró, olímpicamente.

-Gaia, lo siento mucho. Realmente, fui muy cruel contigo, no quise decirte cosas tan horribles y mucho menos, tratarte así como lo hice- se disculpó, con su cuerpo temblando como una hoja -Me asusté mucho cuando te pusiste en peligro enfrentando al hechicero- confesó, arrepentido - Maneje mal mis sentimientos y se expusieron de manera equivocada. Por favor, bonita. Perdóname-

La muchacha frente a él, parpadeó como si nadie le hablará, le dió la espalda y se dirigió a su nueva amiga que la había ayudado esa noche.

-Dea, no me siento bien- comunicó con la cara descompuesta -¿Quieren acompañarme Cleo, Winry y tú a mi cuarto? Por favor-

Suplicó con la mirada. Él se acercó a ella por detrás e intentó hablarle de nuevo.

-Gaia, ¡Por favor! ¡Escúchame! ¡Te lo suplico!- exclamó desesperado. Pero ella, no volteó en ningún momento -Mírame, bonita- intentó tocarla, pero se detuvo -¡Te estoy suplicando!- expresó cada vez peor.

-¡Ella no quiere hablar contigo!- le plantó cara la otra chica -¡Déjala en paz de una buena vez! ¡Vámonos, Gaia! ¡Vámonos!-

Sacó a su amiga de allí, seguida por las otras dos detrás de ellas.

El escenario que dejaron atrás, era desolador. Un entristecido Keilot con el corazón roto, caída de rodillas, mientras veía como la alquimista de sus sueños, se alejaba de su vida.

-¿Que hice? ¡Soy un maldito idiota! ¡Nunca me lo perdonará!-

Gruñó cubriendo su rostro. Pero una mano amiga, se apoyó en su hombro.

-Vamos, amigo. Levántate, creo que necesitas un trago- dijo el vidente, mientras le tendía la mano -Y yo también- terminó, halándolo hacia arriba -Soy Lai, por cierto-

Estrechó la mano del cazador frente a él.

-Keilot- contestó triste -¿Dónde está ese trago?-

-Ven conmigo-

Ambos salieron de la estancia, quedando dentro de ella, Alphone y Majic que conversaban animadamente entré sí y un malhumorado Edward que salió en búsqueda del hechicero negro, unos segundos después.

Por otro lado, en una de las habitaciones del lugar, una divertida conversación entre tres hermosas jovencitas, se presentaba allí, mientras esperaban que la alquimista del grupo terminara de tomar un baño.

-Así que, eres una mecánica de automail ¡Eso debe ser genial, Winry!-

Comentó Cleo, más que emocionada.

-Si, así es. Mis padres eran médicos, ¿Sabés? Mi trabajo es muy similar al de ellos, sirve para mejorar la vida de las personas- explicó igual que ella -Según Ed, mis manos dan vida-

-No lo había pensado así, pero él tiene razón- afirmó, mientras bebía un poco de té -¿Sucede algo, Dea? Estás muy callada-

-¿Eh? No. Bueno, si. Es sólo que, Gaia esta tardando mucho, ¿No creen? Se sentía muy mal cuando la trajimos aquí- dirigió su mirada hacia el baño.

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