Capítulo 21: Trago amargo

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Era otra noche tranquila en aquella tierra. El cielo estaba despejado, por lo que la luz reflejante de la luna iluminaba con sutileza los dejados de las casas y la brisa fresca del norte anunciaba la pronta llegada de las lluvias. La ciudad entera dormía con placed, aguardando por abrir los ojos e iniciar un nuevo día más de arduo trabajo. Todos, excepto Ally.

Sus parpados le pesaban y sus ojos le picaban; pero por alguna razón, le resultaba imposible conciliar el sueño. Miraba el precioso cielo nocturno a través de la ventana mientras permanecía recostada sobre la cama junto a Heather y Linn.

Se sentía como en aquellas noches en las que su padre acababa de irse y pasaba horas preguntándose cómo estaría o si, donde quiera que estuviera, estaba pensando en su familia. Estaba llena de una tristeza inexplicable y una nostalgia que parecía no irse nunca.

Los recuerdos de su presencia eran borrosos para ella, lo único que podía recordar eran esas veces en las que, cada noche, entraba en su habitación y la arropaba con cuidado. Las veces en las que la cargaba sobre sus hombros en una tarde tranquila por el parque. Y las veces en las que desayunaban juntos. No obstante, el tiempo se encargó de hacer confusos aquellos preciados recuerdos y de olvidar poco a poco ese rostro. Sin mencionar que gracias al hecho de que su madre se había deshecho de todas las fotografías en las que él se mostraba, no le quedaba más que la memoria de una cálida voz.

Ally volvió a la realidad, pestañeando un par de veces, y secó con cuidado las escurridizas lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Suspiró con pesadez y plasmó su vista en el insípido tejado. Hacía tiempo que no se sentía de aquella tan abrupta manera; incluso podría decirse que se sentía como una persona completamente distinta. Le era imposible encontrar el porqué, pero, de lo único de lo que estaba segura, era que aquella sensación difícilmente volvería a ser sepultada en tan poco tiempo.

[...]

La mañana siguiente llegó con un cielo despejado y una temperatura templada al parecer. Los habitantes de la capital sabían que la época de lluvias estaba cerca, por lo que debían estar preparados para su llegada.

Cuando todas terminaron de desayunar, Heat y Ally optaron por ayudar a la madre de Linn y a la misma en su local en el mercado central, pues se aburrían mucho en casa y no les vendría nada mal ganar algo de dinero.

Para cuando el medio día llegó, la señora Norrel y las chicas volvieron a casa, para así, poder contar las ganancias del día a gusto. Mas no pensaron que al llegar se encontrarían con Lans durmiendo tranquilamente en la entrada —con sus pertenencias a un lado— y apoyándose contra la puerta principal.

—¡Lans!—exclamó Linn eufórica al ver a su hermano, posteriormente corrió hasta él y lo abrazó. El chico abrió sus ojos con suavidad y sonrió al toparse con su dulce rostro.

—Hola, calabaza—saludó mientras le correspondía el abrazo.

—¿Cuándo volviste?

—Hace un par de horas; podría decirse que como a las nueve más o menos—Lans deshizo el abrazo para incorporarse, seguido después por su hermana—. Pero como no recordé dónde estaba la llave aproveché para echarme un sueñito—al terminadas sus palabras, se estiró un poco.

—¿Tienes hambre?—le preguntó Amber acercándose para saludarlo.

—Un poco, madre. Pero si quieres puedo hacer la cena, la verdad es que no me molestaría—como respuesta, su madre asintió y, al concluir el resto de las bienvenidas y abrazos, todos entraron a la residencia.

Para las siete de la noche, la cena estaba servida sobre la mesa y cada quien se deleitaba con lo que tenía en su plato.

—Y a todo esto, ¿Dónde está Blayd? No lo he visto en todo el día—preguntó Lans levantando su mirada y lleno de intriga.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2020 ⏰

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Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora