Verde marea.

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El viento movió como una ola la magnífica extensión verde del arrozal, creando de nuevo esa sensación de estar observando un mar vegetal.

Mei estrujó de nuevo su corazón, o mejor dicho la zona de su pecho correspondiente a este, tratando de no dejarse llevar por la angustia.

Sin ánimos de abandonar el lugar donde siempre se encontraba con él, recordó sus besos y sus caricias con precoz añoranza. Nunca un hombre la había amado tanto, nunca de esa manera, con esa intensidad... ¿Entonces cómo era posible? ¿Porqué se había ido? ¿Porqué, a la hora de la verdad, se había retraído de todas sus palabras para con ella...?

Se fue unos días atrás sin dar ninguna explicación. Era extranjero. Sabía que era inglés, ¿pero tuvo alguna vez la posibilidad de ser en verdad su esposa?

Rendida, ya no se acercaba por el cuartel a preguntar por él. El modo en que la miraban la hacían sentir unas veces tonta, otras veces sucia, a veces las dos cosas a la vez. Nadie le daba una explicación, pero todos parecían tener una posible respuesta que se guardaban (quizás eso fuera mejor) para ellos.

Con su familia y vecinos no le iba mejor. Todos la avisaron de que eso pasaría, pero nunca creyó a ninguno, pensando que sólo lo decían por envidia o recelo.

Pero ahora eso ya no importaba. Él se había ido sin una palabra, sin un adiós. La había abandonado. Le prometió que nunca se separarían, y ahora ella estaba sola. Esa era la realidad con la que le tocaba lidiar
y que le caía encima como un aguacero interminable. ¡Cómo pudo ser tan crédula...! Su rubio "amigo" había tomado de ella lo que había querido hasta hartarse de su persona y luego desaparecer, y nada iba a cambiar eso.

Un sangloteo traicionero se escapó de ella, convulsionando por un segundo su cuerpo, y una lágrima escapó de la prisión en donde intentaba mantenerlas, reacia a dejarse llevar por el llanto. Porqué debía ser fuerte, por ella y por...

Sólo de pensar en eso su corazón se rompía aun en más pedazos, puesto que ello debería ser una fuente más de alegría, y no una más de dolor... Porque dentro de su vientre crecía una nueva vida, un ser hecho por los dos.

Un movimiento tras suyo la alertó, y al girarse encontró a uno de sus hermanos con un soldado inglés acompañándolo.

- ¿Qué ocurre? - se extrañó.

- Hermana, este señor quiere decirte algo...

Mei miró al soldado y asintió dándole permiso para hablarle.

- Señorita Mei, siento darle una mala noticia: esta mañana hemos encontrado el cuerpo inerte del teniente Morris. Suponemos que fue asaltado al volver en algún momento a su casa y... ¿Se encuentra bien, señorita?

El mundo le daba vueltas. Él no la había abandonado. Él fue obligado a "partir"... El verde del arrozal y de los bosques se le mezclaron hasta crear una verde marea que la engulló, anestesiando sus sentidos hasta que la apagó.

 El verde del arrozal y de los bosques se le mezclaron hasta crear una verde marea que la engulló, anestesiando sus sentidos hasta que la apagó

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