¿Un futuro... Juntos?

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Las semanas habían pasado, Lysandro y Armin ya se habían ido de regreso a París, mientras que ese día Sucratte y Amber ya se iban también.

Nathaniel colgaba del brazo de su novio mientras esté movía la mano en forma de despedida. Las chicas caminaron lento hacia las puertas dónde serían previamente revisadas para seguido dirigirse a su avión, ambas con lágrimas en los ojos.

Los chicos al ya no tenerlas en su campo de visión, salieron de el aeropuerto y tomaron un taxi, era hora de regresar a casa.

Nath iba con la mirada triste ya que no tenía ni al gamer, ni a su amiga o a su hermana en aquel país. Ya comenzaba a extrañarlos, tenía deseos de volver a París y pasar más tiempo con ellos. Pero ya se habían ido, y a él aún le faltaba descubrir más lugares del lugar donde actualmente vivía, por sus amigos, aprovecharía al máximo su estadía en Londres.

Mientras el rubio se perdía entre estos pensamientos, su acompañante pelirrojo lo observaba con curiosidad y tristeza, de cierta forma sentía lo mismo pero con Lysandro, él era su mejor amigo y su ausencia le afectaba, pero su nueva familia lo necesitaba y por ellos fue a ese lugar (aunque también se llevó a Nath en el proceso).

El viaje en carro ya casi concluía cuando Castiel le dió indicaciones nuevas al chófer, dejando a Nathaniel confundido.

– Cass, ¿A dónde vamos?

– A un lugar.

– Esto cuenta como secuestró, ¿Sabes?

– No si ambos quieren, y tú quieres estar conmigo. ¿O me equivoco, rubia? – Al decirlo, la rubia se sonrojo al punto de competir en color con el cabello de Castiel.

– ¡Que no me llames rubia!

– Pero si te gusta... O bueno nunca te quejas.

– Ca-callate idiota.

– ¿Qué, ahora me lo vas a negar? – Cass se fue acercando lo más lento que pudo hacia Nath con intenciones de montarsele encima – ¿No te acuerdas cuánto te gustó que te llenará completamente mientras tú solo disfrutabas de mi delicio... – Pero lamentablemente no pudo terminar la frase por que el carro paro de golpe.

– Lle-llegamos jóvenes – dijo el traumado conductor.

– ¿Tan rápido? Bueno, vamos Nath.

Cuando el taxi se fue (más rápido que cuando estaban abordó), Nathaniel le dió un golpe a Castiel justo en la cabeza.

– ¿Por qué?

– ¿Cómo que por qué, Castiel? Cómo se te ocurre decir esas cosas cuando estaba alguien más escuchandote.

– Yo me refería a la vez que te tuve que cocinar por que caíste enfermo y tú decías que era lo más delicioso que habías probado en tu vida.

– Si, claro, como no. – En ese instante, el pelirrojo tomó oportunidad para molestar a su delegado favorito.

– Oh, ya veo... ¿Pensabas que hablaba de aquella vez que tú y yo hicimos...? – Al no ser necesario terminar lo que decía, solo se acercó más a su contrario dándole pequeños golpes con el codo.

– Eh... M-mira, un gato. – Y así fue como un uke huyó exitosamente de una situación vergonzosa.

[…]

Habían estado caminando por un largo tiempo, el rubio siguiendo al pelirrojo.

Miraba al piso pensando en lo que le había pasado hasta ahora, el recordarlo lo regreso al tiempo cuando discutía con su hermana por el baño, cuando se daba pequeñas escapadas para ir con los gatos de su cuadra, cuando cada día perseguía a Castiel para que firmara los justificantes... Aa pesar del maratón que hacía por toda la escuela siempre lo encontraba igual: despreocupado de la vida fumando un cigarrillo. En su momento, lo envidiaba por tener esa misma despreocupación que el rebelde tenía y no era para menos, Nathaniel siempre tenía que aparentar ser perfecto ante todos, bueno, excepto Castiel; ni él mismo sabía por qué con Cass actuaba de manera más "suya", sin máscaras, si no que era él.

♥Castiel, perdón... ¡Te Amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora