Heyyy.
Empezar con esto, es mucho más difícil de lo que creí sería, pero he necesitado escribir esto para estar en paz conmigo mismo.
¿Sabes? Quisiera más tiempo.
Quisiera más tiempo para admirar el paisaje frente a mis ojos, las sensaciones en mi piel y despejar las dudas en mi cabeza.
Quisiera más tiempo para explorar el mundo por cuenta propia, para madurar.
Entiendo que, después de leer esta nota estarás enojado conmigo, pero necesito pensar, necesito ponerme en tu lugar por un momento.
Necesito creer que mis insistencias no son sólo un berrinche mío.
Sólo, dame más tiempo.
Te juro que responderé cada una de tus dudas que el tiempo no te ha sabido responder y yo no he tenido el valor de contestar.
. † MIENTRAS PERDURE EL OLOR A MAR † .
Los rayos de luz chocando contra la tez morena, hicieron que abriese los ojos con lentitud. Las cosas dejaban de ser borrosas después de un momento de confusión donde tenía la vista nublada.
Se giró, observando la cortina levantada, con que esa era la causante de interrumpir su descanso. La difuminada imagen de fondo a la ventana le era conocida, era igual que todos los días.
No había cambio, todo era exactamente igual al día anterior.
En la mesa de noche junto a su cama, estaba aquella pequeña pecera cilíndrica donde un sólo pececito dorado parecía entretenido escondiéndose en su castillo miniatura. La mano morena tomó una pequeña bolsa con hojuelas, poniéndolas con delicadeza en el agua.
El pobrecillo pez ya no parecía asustarse con la intromisión de la mano de su dueño, puesto que sabía que sus intenciones no eran mayores a alimentarle.
–Neón, buenos días– esbozó una sonrisa, sabía que el pez no le respondería con otra de su parte, pero quizás ya era una costumbre en su persona.
Se talló los ojos con cansancio después de poner en la misma mesita de noche la bolsa con el alimento de su compañero de estadía.
Había vuelto a tener ese sueño, el mismo sueño que tenía todas las noches desde que recordaba en su rutinaria vida. Abrumador, no poder siquiera cerrar los ojos y ver algo diferente cada vez que regresaba a los cálidos brazos de Morfeo sumergiéndose en el oscuro pasillo que llegaba junto a la noche.
Ese sueño...
Estaba en una cabaña, ésta no tenía puertas ni ventanas, inclusive piso, solo un amplio cristal sumamente fino por el que podía mirar hacia abajo.
Un río, o quizá, una cascada.
En un vaivén de respiraciones desesperadas, la cabaña rápidamente se volvía una montaña. Estaba de pie, mirando los peces ir contra la corriente. Se ponía de cuclillas, atendiendo al pobre pececillo dorado que había quedado amurallado por una rama en su camino, lo tomaba con las manos haciendo una especie de canoa que recogiese algo de agua.
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Mientras perdure el olor a mar; ChiBol
FanfictionJulio no puede caminar, Julio no sabe por qué. Los personajes pertenecen a la comunidad de Latín Hetalia de Livejournal, yo sólo baso mis ideas en ellos. Las ilustraciones no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos creadores. En la misma obr...