Day 6

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Mientras las cosas son realmente esperanzadoras, la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza.

Gilbert Keith Chesterton.

—¿Te parece buena esa cita? —preguntó sonriendo mamá. —¿Te parece buena para decirla cuando sea alguien así como Patrick?

Suspiré.

—Si. Es... Muy esperanzadora. —murmuré.

—De eso se trata, Hazel, de darles un mensaje esperanzador. Que crean que siempre hay esperanzas por más difícil que sea una situación. —dijo ella suavemente. Como si fuera aún aquella niña preguntado porque el cielo es de color azul.

—Aveces es mejor no tener esperanzas en nada, ¿no crees? Las esperanzas sólo ilusionan. —dije levantando mi tono de voz, más de lo que pretendía.

Estábamos en el salón familiar, viendo America's Next Top Model, el reality show (era repetido).

—No Hazel... —susurró mi madre negando.

—¡Claro que sí! ¡Ilusionan! ¡Son una mierda! ¡En esta miseria de vida no se puede tener esperanzas! —dije gritando, estaba mal y lo reconozco. Estoy enfurecida con la vida, ¡Me quieren quitar a Augustus! No es justo. No es justo que yo tenga esperanzas en algo que no va a suceder. No puedo ni siquiera pensar en esa posibilidad.

Sentía mis ojos arder, entonces me di cuenta que estaba llorando, y ni siquiera me había dado de cuenta. Me tape la cara con mis manos y sollocé. Mamá se acercó a mi y me rodeó con sus cálidos brazos. Abrazándome, eso era lo único que quería. No quería consolación, tampoco lástima, menos palabras de por medio. Quería sólo un abrazo, quería el caliente que prolongaban los brazos de mi madre. Sólo eso, nada más.

[...]

Me encontraba en la casa de Augustus, en la sala de estar junto a él en el sillón.

Estaba más pálido de lo normal.

—¿Quieres descansar un poco? —le pregunté. Su rostro reflejaba cansancio.

—No. —dijo con voz ronca.

Yo asentí. Sabía que mentía.

—Esta mañana me he despertado más temprano de lo normal, y me sentía aburrido. —explicó. —Así que cogí mi computadora y me dispuse averiguar cosas tradicionales o lugares de turismo de algunos países. Dentro de esos, estaba París.

—¿Algo en especial te llamó de París? —pregunté sonriéndole.

—Si. —dijo sonriendo igual, pero después hizo una mueca de dolor, me alarme rápido. —Eh, no te preocupes, me vienen dolores de momento, nada de qué preocuparse... Volviendo al tema de París, pues sí, algo me llamó la atención.

—Me dirás, ¿verdad? Si piensas que harás un viaje a París estas mal, ¿si? No permitiré que hagas un viaje, ¿Qué tal si pasa algo y yo no estoy? ¿Estas loco o qué? —dije muy deprisa y exaltada.

No puedo con la idea que Augustus le pase algo estando muy lejos de mi y yo con los brazos cruzados y llorando por no poder hacer nada. De tan sólo pensarlo me dan escalofríos.

Augustus río.

—Primero, —dijo Augustus levantando su dedo indice, dándome indicaciones. —Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo, menos la razón. —dijo recitando a Gilbert Keith Chesterton. —Y segundo, no, no iré a París, Hazel Grace.

Yo suspiré de alivio. Me gusta esta emoción.

—Me gusta oír eso. —articulé sonriendo tímidamente. —¿Entonces...?

—En París hay un sitio llamado Love Lock, el nombre real del Puente es Pont des Arts. Lo interesante de esté Puente es que parejas y familias ponen cerraduras en el cercado del Puente con sus nombres ó iniciales escritas en las cerraduras. Aveces hasta hay dibujos en las cerraduras también. Este gesto representan su amor y las relaciones de las parejas. Pero la parte más divertida es que después de trabar la cerradura en el Puente, uno tira la llave en las aguas del río Sainé. Hasta uno puede pedir un deseo si quiere. Cuando la llave se hunde en las profundas del mar, significa que nadie puede dañar el amor ó la amistad.

Que romántico.

—Qué bien, ¿no? —digo. —Pero, no entiendo... ¿Qué tiene que ver eso con nosotros?

Él sonrió. Entonces por unos milésimos segundos vi ese destello de felicidad en los ojos de Augustus, el mismo que vi cuando lo conocí pero con el transcurso del tiempo fueron perdiendo vida, así como él la perdía.

—Quiero que hagamos eso. —dijo muy seguro, bastante diría yo.

—Gus no estamos en París, ¿donde haríamos eso?

Él se encogió de hombros.

—Piensa en un lugar tú, Hazel Grace. Yo di la idea, tu aporta el lugar. —inquirió él mirándome.

¿Qué lugar sería perfecto aquí en Indianápolis como para hacer ese gesto tan bonito como nuestra prueba de amor?

—¿Qué tal si me pienso el lugar más tarde y mañana iremos a ese sitio elegido? Te aviso mañana, ¿si?

—Estoy de acuerdo, Hazel Grace. —dice y acerca su rostro al mío y me besa pasivamente, lento, comprensivo, sin prisa alguna. Pienso que en estos besos es donde uno demuestra más amor por el otro.

Y fue entonces cuando descubrí que no podía mirar a nadie como lo miraba a él... Augustus era único y especial. Y pronto se iría así como el sol se va, pero la única diferencia es que el sol vendrá el día siguiente, Augustus no.

The Fault In Our Stars: Last DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora