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Cuando Jimin se despertó, estaba entre los brazos suaves y cálidos de Taemin. La cobija de la cama era suficiente para mantenerlos resguardados del frío, y recordaba vagamente como su acompañante había quedado tan rendido que tuvo que cargarlo hasta su habitación, para luego ser aprisionado por él como si de un peluche se tratara.

Sonrió ante el recuerdo, y se permitió volver a cerrar los ojos para seguir durmiendo. Pero esto era difícil, no cuando el teléfono de Taemin brillaba y sonaba avisando una llamada entrante. A la tercera no lo soportó más, y terminó dando media vuelta para poder despertar al rubio con besos en su mejilla y suaves palabras.

El mayor abrió los ojos con lentitud, bostezando y así dándole de lleno con su aliento mañanero. Horrible.

-Pásamelo, está en esa gaveta, la que está abierta -le dijo como si Jimin no lo hubiese visto antes cuando las primeras llamadas aparecieron. Rodó los ojos, estirándose para tomarlo y luego pasárselo a su dueño.

Los ojos de Taemin se abrieron más de la cuenta, su rostro palideciendo como un cubo de nieve que le hizo querer reír. Sí, aquella expresión era demasiado graciosa.

-Mierda, es MinHo -exclamó el ahora bien despierto rubio, quien se levantó de golpe sin importarle su desnudez para poder atender la llamada fuera de la habitación.

Jimin se estiró en la cama, cerrando los ojos y disfrutando de la paz momentánea que habitaba en él. Su cabeza dolía, probablemente por todo el alcohol que había tomado, al igual que su trasero y sus caderas. Pero estaba bien, si ignoraba el dolor en su espalda bajo todo estaba... Bien.

No mucho después la figura de su anterior pareja arremetió en la habitación, como un torbellino que buscaba algo de ropa que ponerse encima. Entreabrió los ojos, bostezando antes de poder decir algo. -¿Todo bien?

-No mucho -resopló Taemin, poniéndose unos interiores negros. El muy sucio ni siquiera se había bañado, aunque él no era nadie para hablar. Solo se había limpiado un poco antes de acostarse, o eso era lo que podía recordar-. Este tipo, hablo con él desde hace unos días y podría decir que me gusta. Pero se le ocurrió traerme el desayuno y no puede verme así.

Suspiró, deseaba quedarse dormido por una eternidad. Su cuerpo ni siquiera respondía. -Está bien, igual ya me iba... -fue interrumpido por un bostezo. Dios, en serio deseaba dormir.

-Por favor, no pienses que te estoy corriendo -Taemin soltó un suspiro, ya con unos pantalones de pijama negros puestos. Se había acercado hasta estar de rodillas en su lado de la cama, sus codos apoyados en el colchón y su rostro no muy lejos del de Jimin-. Estoy muy preocupado por ti. Independientemente de lo que hicimos, que me gustó la verdad, me importas así no lo creas y quiero que puedas confiar en mí. Cuando te sientas mal, ven, yo me encargaré de ti.

-No tenías que decir tanta basura poética si solo querías decirme que cogieramos otro día -bromeó con sus manos tapando su ojos, una burlona sonrisa en sus labios mientras el mayor le golpeaba en la barriga en el mismo son de chiste.

-Eres una pequeña mierdita, Park Jimin. Ya párate, prometo invitarte a desayunar esta semana para recompensarte por esto.

Repitió sus palabras en burla, levantándose para ponerse la misma ropa del día anterior mientras el mayor le lanzaba su interior sucio como castigo.

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Jamás se había sentido tan incomodo de llegar a su casa. El lugar se sentía tan pesado, a pesar de estar herméticamente arreglado y limpio. Curioso, teniendo en cuenta que recordaba haberlo dejado en mal estado. Frunció el ceño, visiblemente confundido, pero no preguntó mucho mientras colgaba su suéter y se dirigía a la cocina a arreglarse algo para poder desayunar.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora