DANA Y EL DESTIERRO DE SU YO

¡TAC!

En los subsiguientes años de la vida de Dana, hubo de todo, una vida adulta sin mayores giros, trabajo, responsabilidades, madurez, aburrimiento de la rutina...

En fin, adiós al mundo imaginario, a sueños sin sentido aparente, pero capaces de hacerla feliz sin mayor problema y a sus historias -qué podríamos decir- la magia cesó.

Para aquellos años, la chica convertida en mujer adulta habría de tener la ocasión de vivir la vida real, no todo era una tragedia por supuesto, pero una muy importante parte de ella se había escurrido como agua entre los dedos y se había ido a no se sabe dónde...

La Reina Regente, los barcos majestuosos fabricados con notas pescadas al aire proveídas por el entorno de la realidad, las murallas fuertes de su gran fuerte y todo aquello construido en su mundo ideal, parecía haber desaparecido.

Un momento real e inolvidable sucedió, aconteció su único gran amor, que le originó a su otro único gran amor, la nombró con el corazón, la observó como a las estrellas aún cuando más nadie podía verla, la parió angustiada para reconocerla de nuevo, la amamantó sin mediar palabras, solamente armada de su pasión, la crió sin cansancio, la amó sin condición, la formó a pesar de los miles de tropiezos...  le dió un par de alas nuevas, le confió y luego, un día... sin más le vio partir, más no para siempre, pero si en total tranquilidad hacia su propio destino, y satisfecha de su labor decidió que la amaría cada día más, segura de que sabría encontrar la felicidad... para eso la preparó.

Ah! la vida, tan bella, tan intensa, sólo dos amores en su vida y para siempre... jamás cambiaría ese acontecer en su historia. La realidad también ofrece verdades imposibles de rechazar... el amor es una de ellas.

Las restricciones no son para Dana, nuevamente apagará el interruptor de la luz de la realidad.

TAC!

-Se apagó la luz- 

Será en adelante, el silencio lo único que ella escuche.

Las risas, las palabras, los momentos, estarían en su cajón de lo irrefutable y para siempre.