Capítulo Único.

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Mis pies se dirigían solos a aquel lugar, sabiendo lo que querían, mientras mi mente pensaba en lo increíble que era aquella atracción a lo prohibido.

No podía comprender como algo que sabes que está mal te cause tanta curiosidad que decides probarlo, una vez que lo pruebas, es como una droga a la cual te haces adicto, sabiendo que aquella cosa prohibida está mal, la haces igual ya que prefieres satisfacerte a ti mismo a pensar racionalmente sobre el acto mismo de realizar lo prohibido.

También debía reconocer que si existen los casos de gente que se resiste a la tentación de lo prohibido, cosa que no es mi caso, ya que había caído en este juego una y otra vez, volviéndome adicta a esto prohibido, adicta a él.

Tan sumergida en aquellos pensamientos estaba, que no me había percatado que estaba ya fuera de la puerta de mi lugar de destino, justo en frente de aquella puerta que me separaba de mi placer culpable, titubeé dudando sobre lo que hacía, pero siempre ese sentimiento de culpabilidad desaparecía cuando imaginaba mi cuerpo entre sus brazos entregándome a él. Respiré profundo antes de llamar a la puerta, casi instantáneamente escuché su voz autoritaria dándome el pase a su habitación.

-Pe-permiso.- hablé algo nerviosa como cada noche al entrar a aquella imponente habitación.

-¿Permiso qué?- escuché su tono algo brusco.

Alcé mi mirada encontrándome con Park Jimin, con su porte elegante y jodidamente excitante sentado a los pies de su gran cama, vestido solamente de su pantalón de vestir negro, como siempre, se veía como el personaje de alguna novela erótica, pero era el protagonista de mi novela erótica.

-Permiso, Daddy.- hablé con una voz más firme, pero dulce, tal como sabía que le gustaba.

-Así me gusta, pequeña.- su voz había cambiado radicalmente, de una autoritaria y brusca, a una cargada de cariño pero con la autoridad siempre presente, así era Jimin, autoritario.-Quita esa bata de tu hermoso cuerpo y ven con Daddy.

De inmediato quité la bata de mi cuerpo dejando ver mi lencería rosada, era sexy pero a la vez infantil, tal como a él le gustaba, me dirigí hacia su ubicación rápidamente, sentándome con delicadeza sobre sus piernas, como sabía que a él le gustaba. Sus fuertes brazos tomaron rápidamente mis piernas acomodándo cada una a los lados de las suyas, dejando mis piernas abiertas y mi cuerpo de frente al suyo, dejando nuestros rostros bastante cerca, inmediatamente hicimos contacto visual, sus ojos reflejaban amor, pero también lujuria, que no solamente transmitía por sus ojos, si no que por todo su ser.

-Eres tan hermosa, pequeña mía.

-Solamente tuya, Daddy.

Cada una de sus manos recorrían mis piernas, apoderándose de éstas, prestando así atención a ambas, su tacto caliente recorría mis piernas, subiendo cada vez más acercándose a mi intimidad peligrosamente.

-Así me gusta, pequeña...me encanta.

Su voz estaba más ronca, sabía que se estaba calentando cada vez, tal como yo, sus manos llegaron a la par hasta mi intimidad uniéndose, una de éstas de inmediato se dirigió a mi espalda baja mientras la otra comenzaba a frotarse contra mi intimidad por sobre mis bragas, jadeos comenzaban a salir de mi boca y gruñidos casi inaudibles de la suya, con habilidad su mano se escabulló bajo mi prenda, tocando directamente mi ya húmeda vagina, cerré mis ojos dejando salir un gemido cuando sus dedos comenzaron a frotarse contra mi piel directamente, sus juguetones dígitos no tardaron en encontrar mi botón de placer comenzando a jugar con él, mi cuerpo ya temblaba de la satisfacción que estaba sintiendo en aquél momento.

Guilty Pleasure {p.jm}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora