Trece

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— Vamos tarde

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— Vamos tarde. —Repitió Steven por cuarta vez en menos de media hora. 

—Ve adelante entonces, no me irrites. —Respondió ella con tosquedad. Él escuchó los zapatos de ella arrastrarse y supo que ya estaba bajando las escaleras. Vio por la ventana la casa cruzando la calle, diagonal a la suya y contó cerca de quince personas afuera.

A los asados siempre iban personas que no habían sido invitadas, personas de otros vecindarios, niños y familia de los invitados. Así que era normal ver a cincuenta o setenta personas en los asados que un principio eran de veinte o treinta personas a mucho.

—¿Ahora te espero hasta que termines de ver por la ventana? —Preguntó ella, con fastidio. Él se giró para encaminarse hacia la puerta y vio que ella no llevaba el vestido azul del que habían hablado días antes, sino uno amarillo con mangas de encaje que iban hasta las muñecas.

—¿Qué pasó con el vestido azul?

—No quiero ser la mujer que perdió a su hijo y a la que su esposo golpea —. Respondió, estirando la falda para que cubriera más de sus piernas. Cuando la ceja de Steven se elevó ella aclaró: —Porque eso es lo que pensarían si me ven los brazos y no aceptarían explicaciones de mi parte.

Él sonrió observándola con su cabello meticulosamente peinado sobre su espalda y murmuró:

—Así que me estás defendiendo. —Salió de la casa para evitar que ella negara eso, porque en el fondo él sabía que lo hacía más por su imagen, que por él pero, le gustaba pensar que sí era así.

En el lugar todo estaba muy animado. Habían decidido poner música de ambiente que lograra disipar ese sonido molesto que se hacía en las reuniones de vecinos y la verdad es que funcionaba bastante bien. Melany se abstuvo de darle la mano a su esposo y pareció que nadie lo notó, así que, se sintió bien al respecto.

El vecino nuevo, de nombre Harry, se acercó a ellos en tanto los vio llegar. 

—¡Hey, viniste! —Exclamó animado, se veía genuinamente entusiasmado. Steven se recordó a sí mismo cuando recién se había mudado con Melany a ese vecindario.

—Claro que iba a venir. Harry, ella es Melany, mi esposa. —Dijo Steven, poniendo su brazo sobre los hombros de ella. Melany le saludó y recreó una sonrisa que Steven no veía hacía algún tiempo. Sintió una diminuta chispa de celos por no ser el creador de esa sonrisa. La esposa de Harry, Samantha, hizo presencia.

—Melany, ella es mi esposa Samantha. —Dijo Harry, dándole a su esposa un beso en la sien derecha. Ella sonrió dulcemente y estrechó la mano de Melany. Harry tenía una enorme sonrisa y luego nos dio la bienvenida al patio de su casa. —Sigan, al fondo están los demás.

—Y la comida. —Agregó Samantha, riendo. Melany dejó salir una risa delicada y observó a Steven quien edificó una sonrisa complacido.

***

UNA ROSA MARCHITA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora