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Emiliana

— ¿Me veo bien? ¿Segura? – Enésima vez que le preguntaba a Leyla.

— Te dije que si, muchísimas veces. Estas hermosa, Emi.

Asentí, ni la voz me salía bien. Los nervios me estaban consumiendo, no se porque me sentía así.

Mi celular sonó y eso es que ya Malcolm estaba afuera

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Mi celular sonó y eso es que ya Malcolm estaba afuera. Me despedí de mi madre y Leyla, y salí. Ambas, como cosa rara, hicieron sus insinuaciones locas y según ellas, no me esperaban en casa esta noche.

Malcolm estaba más atractivo de lo que antes lo había visto, sentía que mi baba se salía. Se había cortado el cabello, y tenía un traje que asentaba más sus atributos. Este hombre era una delicia para los ojos.

— Estás hermosa – Dijo rápidamente y se acercó a mi, para darme un beso.

— Gracias – Susurre.

Me abrió la puerta del auto, y allí estaba Hansel. Me saludo con una cálida sonrisa y luego comenzó a manejar hacia el lugar. En la espaciosa camioneta, me acomode más. El vestido era pegado, y sentía cierta incomodidad pero lo ignoré.

— Sí te sientes incómoda en la fiesta, por favor dímelo y nos iremos.

— ¿Por qué lo dices? ¿Con que me encontraré allí?

— La fiesta es el cumpleaños de mi primo, pero también habrá gente que no es de mi agrado y no quiero hacerte sentir incómoda.

— Tranquilo, te lo haré saber – Le guiñe el ojo y de el salió una carcajada que hacía que mi corazón latiera más.

El camino fue divertido, Malcolm era muy gracioso. No tan serio y frío como yo creía, a pesar de que aún había mucho de él que no conocía.

En el muelle, había un montón de gente... El primo de Malcolm si que era famoso. Carros lujosos, mujeres con vestidos largos y cabellos bien arreglados y hombres presumiendo quien tenía más.

El yate era gigante, no podía asimilar semejante lujazo que tenía enfrente de mí. Siempre había sido fanática, desde pequeña mi padre me traía a este mismo muelle a hacer un recorrido en lancha y luego comíamos comida Del Mar.

Malcolm sujeto con fuerza mi mano y se adentró hasta ese yate, dio su nombre a un hombre que estaba allí y fue como si todo fuera por y para él. Le abrieron paso como al mismísimo Dios. Y eso que la fiesta no es de el... Como sería si lo fuera.

Un hombre de unos treinta y pico de años, calculaba yo, se nos acercó y abrazó a Malcolm. Supuse que era el primo, tras separarse, bajo su mirada hacia mi. Ahora si me sentía incómoda. Y nerviosa.

— ¿Quien es ella, hermano?

— Emiliana, el es mi primo Kenner – El estiro su mano y yo hice lo mismo, pero luego me jalo para abrazarme.

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora