Me llamo Armony, tengo 20 años y desde hace varios meses que todo se me fue a la mierda. Mi rutina era sencilla, estudiar, salir fines de semana, jugar rol los miércoles y viernes. A claro y de vez en cuando mis escapadas con la naturaleza. Pero de un momento a otro todo se volvió muy extraño en esta ciudad. En la locomoción colectiva empezó a abundar mucho la delincuencia, gente sacando cosas a escondidas de las carteras de la gente, gente violenta sacando a los pasajeros de sus asientos como si ellos fueran dueños y señores de todos. Se noto un crecimiento exponencial en la delincuencia y yo la verdad me preocupe un poco por mí. Un día una pandilla me atraco y me desbalijo entera, recibí una fría puñalada en el estomago intentando defenderme y a mi suerte tirada en el suelo de quien sabe que callejón. Desperté aturdida, sin noción de ni si quiera donde estaba, solo note que no era un hospital, sino más bien una especie de habitación hippie con cortinas de cuencas y bellas imágenes psicodélicas. Tenía vendas en el abdomen, pero porque? Ah si, ya recuerdo. Quien me recogió?
- Veo que ha despertado por fin – Un hombre de unos 70 años de edad se asoma por la habitación con una taza en la mano- puedes levantarte?
- Eso creo, cuánto tiempo a pasado? Porque estoy aquí? – intente levantarme pero sentía que estaba... mareada.
- Pues. . . – Titubeo bastante tiempo. Como si buscase en su mente una respuesta adecuada- Te cuento, vivo justo donde te apuñalaron, mi ventana da hacia el callejón, te vi en el suelo malherida y no pude evitar intentar ayudarte, por suerte tu herida no fue tan profunda y pude curarte con mis primeros auxilios. No considere necesario llamar a una ambulancia. Solo han pasado un par de horas.
Asombrada desvié la mirada a mi abdomen. No sentía dolor, no veía sangre reciente, y no me sentía tan mal. Me levante suavemente, con ayuda de aquel hombre.
- Necesitas que llame a alguien? – Me apunto a un teléfono que había sobre un mueble. Era un muy elegante teléfono antiguo, increíble que esas cosas funcionaran aun.
- No, solo pediría un taxi para mi hogar. Pero me quede sin dinero, asi que creo que caminare hasta mi casa.
- Yo podría llevarte si gustas – Me ofreció con una amable sonrisa.
Me costaba intentar hablarle a aquel hombre, no sabía exactamente que decirle, durante el camino pensé en mil formas de decirle gracias por su hospitalidad, pero el irradiaba una extraña sensación, ni siquiera pensé que una persona podría provocar eso. Una vez en mi casa, agradecí amablemente y me hundí, levemente adolorida hacia la profundidad del pequeño departamento que alquilaba con mi enamorada amiga, que apenas pasaba en casa conmigo. Ni siquiera se para que la arrendamos a medias. Note que tenía sangre seca en algunas partes y encontré justo darme una ducha relajante y a descansar un poco del loco día que había tenido. Jure que había muerto, sentí el frio en mi cuerpo, sentí como enterraban completo el cuchillo en mi abdomen, como es posible que el lo reparara solo? Era medico acaso? Como evadí tantos interrogantes y lo deje marcharse sin más?. Quizás no era tan grave. Me mire al espejo después de mi ducha como era de costumbre e increíblemente el parche de mi herida se había caído. NO TENIA NADA, ABSOLUTAMENTE NADA! la herida había sanado por completo, hasta casi podía ver la pequeña e imperceptible cicatriz. Pero esto lejos de calmarme me altero mas, como es posible si todo lo viví tan real? Como es que la herida se cerró? Acaso era una broma de mal gusto del destino? Me acosté impactada en mi cama y dormí para intentar tranquilizar mi inquieta mente que no dejaba de hacerse preguntas.
Desperté a media noche con un sinfín de recuerdos pesadillescos, recuerdo criaturas negras amorficas corriendo tras de mí. Intente relajarme fumándome un caño. Oh dios! Porque no dejaba de hacerme preguntas. Ya ni recuerdo donde había ocurrido todo. Me quedare con las mil dudas para siempre al parecer. Solo agradezco estar viva. Me levante y me prepare para ir a la universidad. Llegue tarde como de costumbre, me senté al final del salón con cara de ida, esperando que la clase terminara.
