Madrugada.

Hablar con ella me está trayendo un poco de alegría, la conocí en persona tan solo hace unos días, es simpática, preocupada y muy atractiva.

Ayer ella me respondió el texto a las tres de la mañana, se quedó dormida en plena conversación; a eso de las diez y cuarenta y ocho, justo le llego mi último mensaje y luego desapareció. No dudó en responderme apenas despertó, me comentó que al abrir los ojos no había aún caído en cuenta de lo que le ocurrió, internamente pensaba que eran las doce o la una; pero no, de todas maneras ella me respondió, quizás a otras personas igual, y luego cayo rendida nuevamente en su cama.

Cuando desperté, vi su mensaje en la bandeja, decía "me quedé dormida" acompañado de una risa pícara. Yo me lo imaginaba, ella duerme como el volar al colibrí, tan opuesta a mis insomnios habituados. Entre risas me respondió, no sé si por salir del paso, solo sé que un par de horas dejé el mensaje a la espera, hasta que el vacío del día me invadió y sin dudar le respondí "el día de hoy pinta aún más aburrido que ayer". Que detonante para una conversación, o al menos, para ese preciso momento. Y a veces pienso ¿qué sentirá ella? ¿estaremos yendo por la misma dirección? Y aunque aún no tengo la llave a dicho cajón de respuestas, tuve una tarde maravillosa pegado a la pantalla del teléfono.