¡Bienvenidos a Andalys Club!
El lugar perfecto para ti si lo que buscar es vivir una noche como cualquiera, llena de alcohol, drogas, y grandes físicos... Por favor no excluyamos los buenos besos que pueden aparecer.
Contaré mi historia. Una historia que espero y no se vuelva a repetir.. porque fue tan perfecta que no creo que exista una igual, aunque la protagonizen los mismos personajes.
No diré mi nombre ni el de nadie. Todo debe permanecer en secreto, ¿no?
Bueno, ya dejaré de dar vueltas y comenzaré.
Era mi cumpleaños número 23. Unas amigas me raptaron de mi departamenos luego de colocarme un vestido, tacones, maquillaje y pinzas para el cabello. Pensé que iba a ser lo normal, alcohol, amigas, cigarros.. ¡Normal!
Pero esa noce fue épica y el día de hoy me sigue pareciendo un sueño, por más que no lo haya sido.
-Flashback-
Me sentí algo nerviosa al pasar las puertas de cristal opaco bordó. El ambiente tenía humo, calor y cuerpos pegados bailando algún tema demasiado sensual para lo que yo nunca he podido llegar a ser.
Quiero decir.. ¡Vamos! Tengo 23 y sigo estúpidamente virgen.
Mis amigas me guiaron a la barra donde me darían 20 dolares por cada chupito que lograra tomarme. Recaudé 1200 dolares. Nada mal para una virgen, eh?
Comencé a sentirme más relajada, suelta, libre.. Y fue tanto que, en un momento estaba sobre la pista de baile moviéndose al ritmo de la música completamente sola, y al otro estaba tomada de la mano con un chico que me guiaba por un pasillo alumbrado tenuamente de un rojo que te incita al pecado, placer, lujuria y todo eso referido al cuerpo y el sentirse bien sexualmente.
Caminé un paso detrás de él, soltando pequeñas e idiotas risitas a su par. Ambos estábamos ebrios. Nos metimos a una habitación y ahí comenzó la parte leve.
Acarició mis costados mientras nuestras lenguas se encontraban y jugaban con lentitud pero intensidad. Metió las manos por debajo de mi blusa y yo le quité la suya. Solté un leve gemido al sentir sus manos apretar mis pechos. De pronto paramos.
La puerta se había abierto de un golpe sordo y ambos nos giramos para mirar.
Un hombre alto, de ojos celestes y cabello azabache, había entrado y golpeó una mesita de luz, que se encontraba cerca de la puerta, con su cinturón. Me estremecí completamente al escuchar el rudio. Entró otro parecido, pero éste era un adolescente con un tatuaje colorido en su cuello, que sacó a la fuerza a mi acompañante cuyo nombre no recuerdo. ¿Brad? ¿Chad? ¿Dan? No lo recuerdo porque mis ojos no dejaban de ver con algo de miedo al que había irrumpido y golpeado la mesita con el cinto. Retrocedí unos pasos hasta que me vi interumpida por la pared. Tragué con algo de dificultad viendo como se acercaba con pasos lentos y precisos, calculados para mantenerme nerviosa, miedosa y que se me secara la boca completamente.
Una vez que llegó a mi, alzó una mano acariciándome la mejilla suavemente. Pasó a mi cabello y lo jaló echando mi cabeza hacia atrás. Solté un suspiro excitado cuando sentí sus labios sobre mi piel.
"Vas a ser mía y de nadie más. Por lo menos ésta noche." Murmuró sobre mi oído con una voz grave, ronca y profunda. Volví a estremeserme sientiendo su mano deslizarse bajo mi falda y acariciar mi sexo por encima de mis bragas. Sentí como mis piernas alegaban en un pequeño temblor. Pasó el dedo índice y medio, por encima de mis bragas, varias veces, pero lo hacía con lentitud en forma de tortura. Rogué, o eso intenté, que parara. Pero mi voz no salía y mi garganta solo se limitaba a lanzar gemidos cortos pero suaves y casi silenciosos. Tomó el borde de mi blusa y comenzó a tirar de ella rompiéndola en dos lentamente; la dejó caer de su mano con lentitud hacia el suelo alfombrado. Llevó su mano libre, ya que con la otra seguía acariciándome luego de arrancarme la brusa, a mi muslo izquierdo. Comenzó a subir lenta y precisamente, como si quisiera recordar el tacto por si quedara ciego alguna vez en la vida y quisiera volver acariciarme, por mi costado hasta detenerse en mi seno. Lo apretó ligeramente y solté nuevamente un gemido, sintiendo otro temblor en mis piernas y un hormigueo extenderse desde mi seno hasta mi vientre, que se contrajo levemente. Continuó acariciando mi seno suavemente con el pulgar mientras, con la otra mano, hacía mis bragas a un lado (sin sacarlas) y comenzó a acariciar mi clítoris tomándolo entre el pulgar e índice, Eché mi cabeza hacia atrás, cerrando mis ojos, soltando un gemido al sentir mi pelvis contraerse.