Capítulo 5: Capital

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Unos ruidos se escuchaban en la puerta principal de la casa: Se estaba abriendo.

Eso puso en alerta a Fred y Freddy, los cuales se escondieron rápidamente, sin olvidarse del osito de peluche, el cual Freddy guardó en su bolsa.

Una silueta que Freddy no lograba ver caminaba por la casa. Fred descartaba la posibilidad de que fuese su nuevo inquilino, ya que, estando en tan malas condiciones, dudaba que alguien pudiera vivir aquí.

- Ve a ver quién es. - Inquirió Freddy.

Fred acató la orden sin darle muchas vueltas.
Al estar fuera del cuerpo, Fred tenía la capacidad de poder ver cosas que Freddy no podía, de pasar por las paredes y de volar, cosa que era ya costumbre, pues pocas veces tocaba el suelo cuando estaba sin el cuerpo.

Fred identificó a una persona, la cual iba con una túnica y una capucha que le tapaba la cara.

- Por aquí... - Dijo el hombre, por su voz.

- Parece que no está solo... - Dedujo Fred.

Dos personas más aparecieron, exactamente con la misma indumentaria.

- ¿Alguna pista de lo que hacen aquí? - Preguntó Freddy.

- No, pero... - Dijo acercándose un poco más a uno de los tipos. - Tienen un extraño símbolo en sus capas... - Fred miraba intrigado, intentando deducir lo que era aquello. - Espera... Es un animal. Un dibujo de un pájaro envuelto en llamas.

- Un fénix... - Dijo Freddy por la descripción que le dió.

- ¿Sintieron eso? - Dijo uno de los tipos encapuchados, una voz femenina, para ser concretos.

- Sí... - Dijo el hombre restante.

- Dos hombres y una mujer. - Dijo Fred informando a su compañero.

De repente, escucha unos pasos de una multitud pequeña de gente, yendo al unísono.

- Sh... - Mandó a callar uno de los hombres, haciendo un gesto con la mano para que se escondiesen sus compañeros.

- No quiero poner en peligro a toda esa gente. - Dijo la voz femenina, refiriéndose a los aldeanos.

- No lo haremos... - Dijo el otro hombre, agachado. - Los soldados del Rey no nos encontraran... - Apuntó en su último susurro.

Los soldados estuvieron preguntando por todo el pueblo, sin obtener nada como resultado.

Cuando los soldados del Rey se habían marchado del pueblo, los tres extraños salieron de la casa y se fueron de allí, no sin antes decir unas palabras que dejaron intrigados al par.

¿Estaremos cerca del río Nora?

- Bien, ya se han ido, puedes salir.

- Bien... - Dijo Freddy, saliendo de su escondite, en el cual estuvo todo el tiempo callado e inmóvil. - ¿Serán ladrones o algo así? - Se preguntó a sí mismo y, en cierta manera, y sabiendo que no tenía la respuesta, a Fred.

- No... Son algo mucho peor... - Dijo Fred con una media sonrisa grabada en el rostro.

- ¿Cómo que peor? - Preguntó desconcertado el castaño.

- Tú seguramente no lo notaste por el colgante... Pero, amigo mío... - Dijo un tanto emocionado. - Acabamos de encontrar nuestros primeros Carriers.

Freddy abrió los ojos como platos. Ahora tenía mucho sentido por qué la armada del Rey estaba persiguiendolos.

Con ese nuevo descubrimiento hecho, Fred y Freddy salen de el que alguna vez su pueblo, pero no con las manos vacías. Ahora, tienen un nuevo compañero de viaje: Kuma, su oso de peluche.

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