005. Cassandra: Lujuriosa.

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El cuervo estaba aburrido, enfermo de tanto amor,

Si ella fuese diosa, sería de la lujuria.

Sus ojos están fijos en mí, mientras el atardecer comienza a dar paso a la noche. Mis manos sujetan fuertemente la tela de mis jeans, y una de las suyas se aferra al vestido que dejó a un lado hace cosa de veinte minutos.

Su cabello se pega a su frente, por el sudor, y su otra mano se mueve lentamente entre sus piernas. Dos de sus dedos la embisten, mientras ella gime mi nombre.

Llegó tarde a su campo de flores, se desnudó, y comenzó a tocarse, aún sabiendo que yo no puedo acercarme a menos que el cielo esté completamente oscuro.

Ella gime dulce y bonito. Sus senos se mueven con ella, sus piernas se tensan, y sus ojos brillan de lujuria.

Y me quiero acercar, de verdad que quiero, pero sé que no puedo porque si Deméter se entera es más que seguro que no la vuelvo a ver en la vida.

La vida o lo que sea que es este limbo idílico que me hizo sentir ahogado en mi propia sangre los primeros diez años.

Retira suavemente sus dedos húmedos de su interior, poco antes de que oscurezca. No llega al clímax, pero sonríe como si lo hubiese hecho.

Confundido, la observo ponerse de pie, y vestirse lentamente.

-¿Qué haces?- Le pregunto, cómo imbécil.

-Debo volver a casa,- Responde ella, se nota que está sin aliento,- Mamá me espera para cenar.

-Pero...- Observo el cielo, aún con rayos de sol, suficientes para que Deméter se entere si me acerco a su criatura,- Pero no hemos hecho nada.

-Pertenezco con mi madre,- Estira la falda con sus manos.- No contigo.

-No puedes irte,- Murmuro yo, molesto.

-Tengo qué,- Ata la cinta de su vestido en su cintura,- Si perteneciera contigo, podrías tenerme cuando se te antojase.

Si ella fuese diosa, sería mía.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora