El Hilo Rojo del Destino

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Un hilo rojo conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar o las situaciones. El hilo se puede estirar, contraer, enredar y volverse a estirar, pero nunca romper.


Entonces él pidió seguir el hilo... cruzó mares, tierras y llegó hasta ella. Hasta su otra mitad. [...] La despreció y se negó amarla por tal defecto [...] Años después en su boda notó la marca, esa misma cicatriz que él le hizo a una bebé años atrás. Ella era su hilo rojo, el destino ya lo había marcado así.

Amaba la historia que mi madre me contaba en cada primavera. Me gustaba tanto que podía pedírsela para dormir, pero ella sólo aceptaba durante la primavera y el resto del año tenía que olvidarla.

—Madre, no lo entiendo. ¿Por qué no puedes contármela cuando la primavera acabe?

—Porque un día hijo, cuando la primavera llegue, encontrarás a la persona que te espera al otro extremo de tu hilo.

—¿Estás segura de que no podría encontrarla en Navidad? ¿O en la playa durante el verano?

Ella sólo río y besó mi frente al acobijarme.

—La primavera me trajo a tu padre Adrien, y mi deseo para ti es que también seas feliz.

Bueno, han pasado 20 primaveras y aún no la veo llegar. Aún no la veo llegar o ella sigue ignorándome. Admito que con el paso del tiempo comienzo a dudar de que existan las personas destinadas, o peor aún, que exista alguien destinada para mí.

A lo mejor fue mera casualidad lo que le ocurrió con mi padre, no lo sé. Ella nunca me dijo qué hacer en caso de que la persona que yo quisiera no fuera mi hijo rojo. Es más como si yo fuera el bebé al que golpean en la historia que me contaba, la persona a la que despreciaban a diferencia de que mi final no terminaría feliz.

Es por eso por lo que ya no creo en nada de eso, así es menos este dolor. Cosas como el amor me pone muy ansioso, más cuando me siento tan enamorado de Ladybug y ella...bueno, ella tiene a alguien más.

—Adrien, viejo, ¿me estás escuchando?

Parpadeé varias veces y negué apenado. En algún momento de la conversación me perdí.

—Hablábamos del concierto de primavera, será hoy en la Torre Eiffel, ¿vendrás? O tienes una agenda muy ocupada...

—Voy —respondí admirando su cara de sorpresa— padre siempre me da libre este día.

—¡Excelente! Entonces nos veremos ahí al atardecer. No lleguen tarde que quiero estar lo más cerca del escenario, debo tener buenas tomar para mi blog. —comentó Alya.

Asentí y comenzamos a despedirnos.

—Adiós, Adrien.

—Adiós, Marinette.

Le sonreí un poco antes de que se fuera mirándole la espalda, a veces era extraña, pero es una buena persona y es mi primera amiga. Tal vez algún día cuando la última vela se apague, pueda darme una oportunidad, pero hoy no.

Me subí al auto cuando llegaron por mí. El día pasaría algo lento antes de volver a encontrarme con mis amigos.

***

—¡Vamos! Caminen rápido, hay lugares allá al frente.

—Detesto que Alya nos haga caminar tanto...

—Estoy de acuerdo contigo, Mari.

—Dejen de quejarse tanto y avancen -reclamaba Nino empujándonos de atrás- es culpa suya por no hacer ejercicio.

La noche de primavera [OneShot - MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora