Cuando era pequeño estaba feliz de regresar a casa lo más pronto posible. Me sentía algo "seguro" y hago énfasis en la palabra seguro porque también existían los problemas, las peleas y discusiones de mis padres; los golpes, las marcas y las lágrimas eran parte de mi "hogar" que dejarán una huella que jamás se quitará por completo.
Me sentía feliz en regresar lo más pronto posible para disfrutar de la comida de mi madre, poder ver mis caricaturas favoritas, hacer mis tareas, esperar con ansias a mi hermana para que me dejara escuchar de su música; para poder ver películas y series con ella, para molestarla, para acusarla con mamá y que la castigará, para que ella me regañara y a pesar de todo poder jugar con ella.
Quería volver a casa lo más pronto posible para jugar con mis mascotas, con mis vecinos, con mis amigos para tener aventuras, esas y muchas más eran las razones por la cual deseaba volver a casa lo más pronto posible.Así fué cuando era pequeño, que moría de ganas por regresar lo más pronto posible a casa, pero, cada vez que crecía un poco más esas ganas de niño pequeño se fueron desvaneciendo junto con mi inocencia, junto con mi felicidad, junto con mis sueños. Habían cambios forzosos que dolían hasta el alma y otros que no me daba cuenta hasta detenerme y observarlos con detenimiento; empezaba a tener problemas y miedos que ni los abrazos y palabras de consolación podían ayudar. Si pudiera adentrarme a los recuerdos de los cielos, de las estrellas, del sol y de la luna, repetiría una y otra vez mi niñez; una niñez donde admiraba al cielo, dónde le cantaba las estrellas y escuchaba sus historias; dónde al ver una estrella fugaz pedía un deseo.
Cuanto más recuerdo todo eso no puedo evitar que salgan de mis ojos dos lágrimas o un charco entero.Ahora que he crecido tanto de cuerpo, mente y alma me di cuenta que no era tan importante el lugar sino con las personas que me alegraban el corazón; esas personas que de las cuales ahora me lo destrozan aún más.
La infancia de cualquier ser es aquella donde posee una sensibilidad lamentable, ya que hagas lo que hagas ahí será el comienzo de un corazón roto dirigida hacia un alma inocente.El día en que me di cuenta que ya no quería regresar a casa lo antes posible; fue un día tranquilo, un viento suave, un clima perfecto. Me detuve una calle antes. Estaba de pie, mirando, escuchando el gran silencio que me rodeaba, esperando algo, soñando algo, hasta que de pronto me acobijo el miedo, la tristeza y el enojo. Fue ahí donde día tras día esos sentimientos (negativos) me iban acobijando cada vez más, un cobijó de frío y dolor.
Cada noche antes de ir a dormir aquella estrella que era y siempre será mía salía solo para decirme <<ahora todo irá mejorando, no habrá ya nada en el mundo que te pueda quitar tú felicidad, no tiene la necesidad de hacerlo>>; aún sigo escuchando esas palabras que desde hace años ha repetido una y otra vez.