N U E V E

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Me levante con un dolor en la cabeza que definitivamente era horrible, odiaba la cruda, era como autoenfermarte ya que tú misma decidiste eso, por tomar tanto.

A mi lado veo a Nadia y alado de Nadia a Alan, nos habíamos dormido en el cuarto de mi padre y el tenía una cama de tres plazas, mucha cama para alguien tan solo ¿no?.

La verdad no recordaba casi nada, solo la parte que retaba a esos chicos por husmear en mi refri, de ahí nada.

–Buenos días–habla con voz ronca Lorgio, dormía en el sofá cama.

–Hey–sonrío con mis ojos chinitos.

–Es increíble que hasta recién despierta te ves bien mujer, me sorprendes–se ríe el y yo también.

–Todo gracias a Isabella, L–sonrío con nostalgia y el hace un mohín.

–Cállate y mejor no hables de eso que después te deprimes–habla rodando los ojos.

Me levanto y veo que Lorgio va detrás de mi, los dos queríamos un desayuno digno de un Adolescente, hasta que vimos la sala.

Todo estaba hecho un desastre, ni Proyecto X destruyó tanto como esta fiesta, ¡Que diablos con estos gringos!.

–¡Puedes irte pedazo de escoria!–grita Lorgio a un chico que estaba dormido en el sillón–Sin vergüenzas, me dan pena–habla como madre renegona y con el ceño fruncido.

–Abuela Darla–le digo a Lorgio y el mueve su pelo en modo chic.

–Que en Paz descanse la abue Darla–dice haciendo un mohín y nos reímos.

La abuela Darla... ay la abuela Darla. De las solteras más codiciadas de Medellín en sus tiempos, todos querían con ella y obviamente ella solo tenía ojos para uno, pero ese uno jamás se fijó en ella, por el simple hecho de que por ser hermosa era una zorra según el, en esos tiempos las mujeres éramos un objeto y la verdad por mi lado que se vaya a la mierda ese señor, lo conocí y la verdad era apuesto, pero mi abuela era mucho para muy poco.

Siempre que viajaba a Medellín ella me llevaba a comprar ropa y pasábamos horas y horas, en Zara, Gucci, Versace y Dolce & Gabbana. Salíamos con las tarjetas más que llenas de fondos, literalmente endeudadas hasta la madre, pero igualmente, siempre eran pagadas, papá siempre se proponía hacernos feliz, a pesar de que ella fuera la suegra el la quería como una madre.

Cuando mamá murio ella se deprimió feamente, enfermándose y dejando de ser la misma que siempre. Lorgio, ella y yo éramos muy buenos amigos hasta que ella cayó por completo y yo deje de ir a Medellín, papá no me lo permitía ya que decía que me iba a deprimir también yo y que iba a morir, Don dramático.

Cada día me arrepiento más de no haber ido a Medellín el tiempo que podía y tenía a disposición un avión solo para mi, pero así era mi vida y tenía que aceptar cada circunstancia.

–¡Hey!–exclama aplaudiendo Lorgio en mi cara.

–Oh por Dios lo siento L–me reí y el rueda los ojos.

–Eres bonita al levantarte pero, tienes un aliento de los mil demonios–se ríe y yo le tiro el vaso de plástico rojos que estaba frente a mi.

–Tome anoche y la verdad nunca amanezco con un buen aliento–me río y el me sigue.

De ahí limpiamos la cocina, y hicimos un desayuno para todos, las empleadas estaban de vacaciones por este fin de semana. Papá se había ido de viaje a Chile y dijo que yo podía cocinarme sola, linda la huevada. Aunque claro que Miller también estaba aquí.

–Buen día hermana y amigo–sonríe mi hermano y los dos rodamos lo ojos.

–Ve a pedir comida a otro lado Castillo–habla Lorgio serio.

–Igual iba de salida–dice gruñendo y saliendo, no sin antes darme un beso en la frente y un zampe en la cabeza a Lorgio.

–¿A que vino eso?–pregunta arrugando la frente Lorgio.

–Por si acaso–se ríe mi hermano para luego cerrar la puerta.

Me empecé a reír y Lorgio solo rodo los ojos de nuevo, se iba a quedar visco si seguía así mí amigo.

El desayuno era americano, mi favorito la verdad, me encantaba todo lo que tenía que ver con grasa. Aunque después me ponía a llorar por que se me salía algo de panza, era demasiado extraña yo.

–Buen día familia–habla Nadia ronca y se comienza a desperezarse.

–Hola dormilona–sonríe Lorgio y Nadia le sonríe igual.

Ellos siempre tuvieron una conexión, pero Lorgio respeta los códigos entre amigos, no se puede meter con la hermana de su mejor amigo.

Se sienta mi amiga y le sirvo todo, veo como sus ojos brillan al ver toda la comida. Lo sé, es lo mejor de este mundo la comida.

Minutos después llega Alan con una cara de que se quiere matar y se sienta. Suelta un eructo en la cara de su hermana y ella le tira unas papas fritas en la cara. Más que acostumbrada mi amiga.

–¿Que tal esa cruda?–pregunto y el me mira con la cara arrugada.

–Fatal, ni más tomo–se ríe y yo también.

En la última fiesta que tuvimos habíamos dicho lo mismo, ya era tradición, por eso nos reíamos.

Alan y yo nos llevábamos mal, pero en el momento de la fiesta éramos los mejores amigos, podía contar y contar, y jamás terminar las veces que he despertado alado de el después de una fiesta. Y lo bueno, es que jamás pasaba nada.

O era lo que me acordaba.

Pusimos música, mientras comíamos, sonaba Amantes de una noche, una canción buenísima. La verdad me encantaba.

–Tú te vienes conmigo–canto y me río.

Gracias a dios creando canciones tan buenas, mucha gente se queja de que dicen vulgaridades pero para mi, es disfrutar la vida y ya. No quejarme de nada.

Luego de eso nos cambiamos y salimos de la casa. Siento que el sol me quema los ojos y gruño.

Joder ni más vuelvo a tomar.

Después de eso se me sale una risotada y todos me miran con cara de que estoy loca.

NARCOTRAFICANTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora