Las aventuras de los siete pecados en busca de la piedra filosofal

Todo comenzó cuando ken y su abuelo hablaban, de cosas sobrenaturales y siete personas quienes salvarían al mundo de la oscuridad, estos eran los siete pecados capitales, se llamaban: Amón, Alexis, Escanor, Meliodas, King, Merlín y su líder cuyo nombre era desconocido.

Días antes de su desaparición el abuelo de Ken le advirtió sobre un mal que llegaba y le dio un mapa con las distintas fotos de los pecados.

Unos días después Ken escapo de su casa y se enfrentó a múltiples aventuras. En el camino se encontró con Amón quien le ayudaría a encontrar a los demás pecados, sin embargo, le advirtió que antes de ayudarlo debía mostrarle algo importante. Ken y Amón se fueron caminando en dirección a una caseta, Amón se detuvo y le dijo a ken que entrara a ese lugar,

Sin pensarlo dos veces Ken entró y vio la figura decaída de su abuelo, quien se encontraba en la recta final de su vida. En un emotivo momento, pues sería la última vez que se verían el abuelo le confesó a ken que él era el elegido, el pecado de la ira y el capitán de los siete pecados capitales.

Ken salió anonadado pensando en las múltiples historias que su abuelo le contaba y dijo: ¿Y si... todas las historias son reales, entonces la piedra filosofal de la vida eterna existe?

Entonces Ken se encaminaría en una aventura donde los mundos humano y espiritual entrarían en una guerra sacra y los defensores serian: Amón el pecado de la envidia, Alexis el pecado de la lujuria, Escanor el pecado del orgullo, Meliodas el pecado de la gula, King el pecado de la pereza, Merlín el pecado de la avaricia y Ken el pecado de la ira.

Empezaron el viaje después de la triste perdida del abuelo de Ken, en el iba creciendo una sombra triste y tenue, se encontró con Alexis otro miembro importante de los siete pecados quien le ayudaría y lo acompañaría en busca de la piedra filosofal, pero antes tenía que recoger su tesoro sagrado, un arma que le otorga ciertos poderes a los distintos pecados.

Pasaron cerca de una cabaña donde recogería su tesoro y pasarían la noche. Al día siguiente retomaron su camino, pero por alguna razón se sentían cansados y con una sensación de tristeza.

No se demoraron en pensar y creyeron que era un demonio, estos se dividían en dos: los sacros y los plateados, uno más fuerte que el otro y los dos peones que servían a los diez mandamientos.