Parte Ú n i c a

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El mejor día de su vida... Se supone que ese sería, más sólo se sentía triste.

En ese lugar abarrotado de gente mayormente conocidos de sus padres y de su ahora prometida, sintió pena por la chica, Wendy no tenía porque pagar los platos rotos o lo desprolija que estaba su vida justo antes de aceptar la genial idea de sus padres; Ella solo había atinado a estar de acuerdo, aunque TaeIl no llamaría concordar su compromiso a un simple asentimiento de cabeza y observar sus tacones como sí fuesen la octava maravilla

Él deseaba estar con ese idiota atolondrado que siempre tiene una obscenidad para dejar salir de esa boca suya -que tanto amaba besar- ese vago en su bebé, aquel auto del que tuvo celos en numerosas ocasiones pero que también amó que fuese testigo de su amor, en ese asiento trasero de cuero sintético.

-Cariño ¿Dónde está Wendy?- la voz de su madre le sacó de sus cavilaciones, alejó rápidamente ese tumulto de caoticamente hermosos recuerdos- TaeIl ¿Dónde está tú prometida?

Eso le hizo tensarse, esa era su realidad y en unos pocos meses, su esposa.

No quería casarse, no con ella al menos pero sabía que jamás podría hacerlo con Jhonny...

No cuando él no era digno ante el cerrado criterio de sus padres, su madre específicamente; ella quería nietos a quienes malcriar y también a quienes hacer lo que no pudo con él, algo que no fue hasta hace tres meses que aceptó casarse con Wendy y llevar a cabo la perfecta farsa de el amor joven habían hecho creer a la prensa que la unión era por.

//Jovenes enamorados desesperados por unir sus vidas para siempre.//

Eso decían todos los periódicos de la región, él estaría loco pero por haber aceptado lo que su madre decía, ya no era un chiquillo, aún así no deseaba abandonar a su padre, no quería apartarse de su lado y sabía perfectamente que sí decía No la mujer que le dió la vida, le negaría a toda costa ver a su padre, él no podía simplemente dejarlo a merced de esas sadicas mujeres que se decían enfermeras y por esa razón su corazón lloraba a mares por no ser felíz.

-Dices que prácticamente el niño rico ¿te dejó?- soltó sin más Lee, Seo deseaba olvidarse lo más pronto de esa estúpida sonrisa y esos hoyuelos pero Taeyong no hacía más que echar sal a la herida- así que tienes el mismo problema que todos aquí, caer por un culo de seda- dijo recordando cómo conoció a su pareja. Ese niño infantil y malditamente sensual en esa fiesta de alta sociedad en la que se coló. Doyoung podía ser todo lo que quisiera menos un Idiota, había dejado su vida de lujos por estar con él y eso sin lugar a dudas volvió a Taeyong malditamente feliz.

Seo hizo una mueca, le gustaba que su amigo fuera feliz pero realmente lo fastidiaba no poder hacer cambiar de opinión a TaeIl, él deseaba una vida junto a él, quizá ahora no podía darle a lo que él estaba acostumbrado pero abriría el Taller con Lee y podrían vivir cómodamente -tal vez ya no más camisas de satín- pero el deseaba que Moon despertara luciendo sus camisetas de algodón con el cabello alborotado y una brillante sonrisa en su rostro

-Sabes que puedes tener a quien tu quieras John

Rió sin ganas, eso no era verdad, él no pudo tener a quien más desea, a su luz de luna, a Taeil.

-¿Puedo tener a Kim?- dijo alzando una ceja, sabía la respuesta a eso, pero ya había lamentado mucho la perdida de su pareja, así que no le hacía mal reir un poco a costa de su amigo.-Es decir, tú dices que es muy complaciente y necesito cariño, ¿crees que me pueda hacer una paja?

El ceño del mayor de frunció, divirtiendo más al americano haciendo reafirmar que su jefe estaba más que idiotizado por Kim Doyoung.

-John...- le veía a través del cristal, mientras arrancaba el coche- sabes perfectamente la respuesta

Still You |JohnIl| ONESHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora