Capitulo 1.

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Capítulo 1.
Hasta ahora todo marchaba bien, no había causado ningún desastre, conociéndome esto era solo un milagro, 2 semanas y media en mi nuevo empleo y me sentía feliz, porque mi torpeza no había salido a flote, como en mis anteriores empleos que por los mismo no había sido muchos, solo estuve en una tienda de ropa durante 5 días, había arruinado dos maniquís y dejado caer la repisa de accesorios, en mi defensa esa repisa no se veía lo suficiente estable, y uno de mis más vergonzosos empleos era estar disfrazada de león en un sitio para niños; no se en que estaba pensando cuando envié mi currículo a ese sitio, no tenía paciencia con aquellos demonios que lo único que hacían era golpear  mi pobre trasero, en definitiva creo que no fue buena idea arrojar uno de esos demonios a la piscina de pelotas cuando mi jefa está alrededor.

Solo le rogaba al Dios del cielo que no dejara que mi torpeza dominara mi cuerpo de nuevo, había luchado mucho por este empleo, un lugar muy agradable, y unos compañeros estupendos, y solo tenía que servir todos los días tazas de café, era el sueño de todo ser humano que amara el café.

Vivía a unas cuantas calles de aquí, un pequeño apartamento, no tenía que pagar ni bus ni un taxi para llegar, amaba este empleo, aunque amaba más pintar cuadros abstractos en el pequeño salón-sito que hice.

Salí del baño de empleados con una sonrisa en la cara, hoy iba poner una estrellita en mi calendario de logros, un día sin causar ningún desastre; caminaba por la calle con mis audífonos escuchando la música a todo dar, estaba tan contenta que cantaba y bailaba, no me importaba que me vieran hacer el ridículo, igual no iba a volver encontrar con esas personas, pero cuando menos me lo esperaba había sentido un gran  golpe y caí de espaldas , sentí un líquido caliente en mi dorso, sabía que tanta suerte no era bueno.

-Lo siento, lo siento, lo siento-, no paraba de decir a aquel señor que se encontraba en el suelo, intente ayudarlo a levantar, no sabía qué hacer, tenía demasiada vergüenza para articular otra palabra.

Definitivamente hoy no pondría una linda estrellita en mi calendario.
Llegue a casa no con la misma sonrisa que había salido de la cafetería, mi blusa estaba arruinada y parte de mi jean, deje todas mis cosas en una esquina de la mini sala, mire mi calendario colgado justo enfrente de la puerta de entrada, con tristeza, quería esa estrellita pero ni modo tal vez mañana sea un día con mas suerte, camine hasta el pufs rosa gigante, me tire en él derrotada como pez muerto, no era posible que la suerte nunca me acompañara por tan mas tiempo , cerré mis ojos y medite un momento, tenía que pensar positivamente, quitarme la ropa sucia y prepárame para recibir a mi amigo. Lucas.

Abrí los ojos de golpe, lo había olvidado por completo, hoy vendría a comer, -realmente pienso que vine solo por mi comida-, Lucas y yo somos amigos desde hace ya 2 años, nos habíamos conocido en una de esas campañas para plantar árboles, él es uno de esos chicos que ama saber todo sobre las plantas y como cultivarlas, que a veces se volvía fastidioso con sus monólogos de cómo se procesaba el cacao. Un chico realmente apuesto, moreno, un cabello estilo Elvis y castaño, alto y una gran sonrisa, -la sonrisa más linda que había hasta ahora-, un total casanova, diría que cualquiera que fuera su novia sería muy afortunad, sobre todo porque sabe ¡COCINAR! , lo cual eso no se me da muy bien y es una de las tantas razones que es mi mejor amigo en el mundo mundial.
                                 ...

Corrí a mi habitación, justo al final del estrecho pasillo, tenía una cama matrimonial, con la más bella cubierta rosa que había visto, sobre la cama tenía tres cuadros colgados, de tres diferentes ciudades de noche, Nueva York, Londres y Las Vegas; unos de estos días viajare a ellas, también tenía luces colgadas por todos lados, una ventana que daba hacia la carretera, unas cortinas azules que había visto en descuento, y una pequeña repisa donde estaba mis libros y un portarretrato de mis hermanos, mi closet no era muy grande solo ocupaba una parte, pues mi habitación era muy pequeña y cuadrada.

Abrí el closet, saque una camisón y un short, me quite toda la ropa sucia y la deje encima de la cama y me puse la limpia, estaba lista, solo estaba esperar.
Lucas tenía solo un pequeño defecto y es que siempre llegaba tarde a todo, y cuando me refiero a todo, es todo, como la vez que llego tarde a su propio cumpleaños. No se cómo lo hace, yo tenía que estar por lo menos 10 minutos antes porque me estresa.

Mi celular sonó, debí de ser él, apostaría lo que fuera a que es para decirme que ha tenido un inconveniente. Corrí a contestar, rebusque dentro de mi bolso que había dejado en una esquina de la salita. La pantalla brillaba, Lucas, definitivamente sabía que iba decir.

-Hola!- dije con alegría, se escuchaba una respiración agitada desde el otro lado. Y supe que estaba corriendo. –Perdón, se me ha hecho tarde, mamá ha querido…- .

Lo corte antes de que prosiguiera con su relato.

- Ya se, solo no te vayas matar por estar corriendo- suspire.

-Por eso te quiero- corte la llamada sin responderle nada, ahora tendría tiempo para organizar un poco el desorden de esta mañana antes de ir a trabajar. 

Cuando menos lo pensé el timbre había sonado,  abrí la puerta había un sudado y sonriente Lucas bajo mi umbral, no puede mantenerme seria y era imposible cuando el sonría con tanta intensidad.

Lo deje pasar y le extendí una toalla de esas que usan para el gimnasio, intente ir por una semana pero amo más mi cama, -Elizabeth, ¿Qué vamos a comer esta vez?, y dime que no son macarrones con queso, porque estoy seguro que si vuelvo a comer eso, los odiare por el resto de mi vida-, alargue una sonrisa gigante, pero se me borro cuando vi su mirada seria.

–Claro que no- tenía que pensar algo rápido, no sabía hacer nada más…

-Ya se te fundió el cerebro- sonreía burlón, no me quería imaginar la cara de estúpida que tenía, estábamos en la cocina mirando que podíamos hacer con ajo, tomate, una mitad de cebolla y una bolsa de pan.

–Alguna vez haz pesado en hacer remesa Elizabeth, tu nevera esta tan muerta como la flor que compraste el martes pasado- voltee a ver la maceta que estaba justo al lado de la venta de la cocina, marquita y con un par de hojas todavía.

-Oh vamos aún tiene vida! - no iba aceptar que tenía razón, ¡Sobre mi cadáver!

Y en ese mismo momento su mirada no era la más amistosa, y le sonreí tan sincero como me era posible. Al final Lucas llamo a una pizzería, media hora después, el chico repartido llego con las muy esperadas pizzas, no hablamos mientras comíamos, el hambre nos estaba comiendo a nosotros. Para cuando terminamos Lucas se mostraba inquieto.

-Anda suéltalo- ya me iba dar un ataque si seguía moviendo la pierna.

-Me voy al extranjero- .

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2018 ⏰

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