Conocí a Albert hace a penas dos semanas en un pequeño local gay cerca de Gran Vía.
Era la primera vez que iba a un sitio como esos, siempre había sido muy discreto, no podía permitirme que supiesen mi verdadera orientación sexual. A ojos de mi familia, mi amigos y de prácticamente todo el mundo soy heterosexual.
Estaba perdido por el recinto del local cuando un chico semidesnudo y subido a unas plataformas se dirigió a mi.
-Tu eres nuevo por aquí, ¿no melenas?-me dijo el chico a la vez que me daba dos besos.
-N...no...si. -respondí finalmente entre balbuceos.El chico sólo me sacaba tres dedos con las plataformas, así qué no era muy alto, tenía una cintura finísima al igual que los labios y casi se le notaban las costillas de lo delgado que estaba; sin embargo, tenía el mejor culo que había visto en mi vida. No era excesivamente guapo y mucho menos atractivo pero me llamó la atención, tal vez sería por el gran bulto que tenía en el paquete. Por un momento me excité.
-Vente, te invito a una copa. -puso su mano en mi hombro -por cierto, me llamo Alberto, pero llámame Albert -sonrió.
Su sonrisa tampoco era excesivamente bonita.
Estuvimos hablando y bebiendo el resto de noche, me estuvo contando cosas de él, pero cuando me preguntaba a mí, evitaba rápidamente la conversación y pedía una copa para cada uno. Tal vez esa acción era la culpable del pedal que llevaba.
Cada vez estábamos más cerca el uno del otro, él bebía de su copa tan sensualmente que había momentos en los que me excitaba. Las gotas de sudor le caían por el pecho y su mano rozaba la mía.
Casi sin apenas ver como se acercaba, me besó; juntó sus finos labios rosados contra los míos, los mordía, los chupaba y los besaba apasionadamente; su lengua chocaba con la mía.
Nunca había hecho eso en público.
El bulto de mi paquete cada vez era mayor, yo lo intentaba esconder, al contrario que él, que había colocado mi mano temblorosa por dentro de su pequeño calzoncillo. Estaba muy excitado, me lo hubiese follado en ese mismo lugar, pero paré.
-¿Qué te pasa? ¿No te gusta? -me dijo desconcertado.
-No es eso, aquí hay mucha gente -dije a la vez que miraba a los alrededores.Albert se levantó del taburete, por un momento pensé que se iba a marchar y me iba a dejar sólo, pero no fue así.
Empezó a andar entre la multitud, me miró y me dijo en medio de una sonrisa que lo siguiera.
Lo seguí hasta una especie de despacho donde se encontraba completamente desnudo.
-Qqq.. que... ¿qué haces? -le dije sorprendo a la vez que excitado.
No contestó a la pregunta, se acercó y me empezó a sacar el miembro del pantalón a la vez que acariciaba mis labios con su lengua.
Bajó mis pantalones suavemente y fue desabrochando poco a poco los botones de la camisa.
Lo aparte de mí.
-Si vamos a follar, quiero follar a mi manera.
-¿Y cual es tu manera? -me dijo mientras me acariciaba el pecho.Aparté su mano de mí.
-Nada de caricias, nada de muestras de cariño, nada de besos y sobretodo nada de tocarme hasta que yo diga lo contrario.
-¿Qué te crees que eres Christian Grey?Lo ignoré y dirigí su cabeza hacia mi miembro que estaba más duro que antes, él se lo metió en la boca a la vez que lo relamía.
Fuertemente lo agarre y lo puse a cuatro patas encima de la mesa, lo azoté hasta que tuvo las nalgas rojas, lo cogí de la cintura y empecé a metérsela, cada vez lo hacía mas fuerte y más rápido.
Él mientras gemía.
Cuando estaba a punto de correrme, le metí mi miembro en la boca; de vez en cuando escuchaba sus arcadas.
A la vez que me la chupaba, él se masturbaba.
En su boca solté todo el líquido blanquecino y mientras le ordenaba que lo tragase, se corrió.
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Chantaje
Teen FictionIncluso las relaciones más inexplicables pueden romperse por chantajes.