Todavía no había superado su muerte, no quería empezar una nueva vida sin ella. Hanna fue muy importante en mi vida, fue mi mejor amiga durante años y el simple hecho de no volver a verla jamás me destrozaba.
Recordaba todo de ella, su largo cabello rubio, sus grandes ojos azules y su pequeña nariz llena de pecas. Todos los que la veían volteaban a verla otra vez, era hermosa en todos los aspectos. Su bondad y su simpleza nos hicieron ser inseparables.
Ahora todo era completamente distinto, ya no recibiría sus mensajes a medianoche diciéndome “buenas noches”, ni volvería a ver su sonrisa, ni a escuchar su armoniosa risa. Según mi madre ya era hora de comenzar de nuevo, dejar atrás el pasado, y por eso fue que nos mudamos. Para alejarme de todo lo que me hacía recordarla. Cambiar de colegio y conocer nuevas personas me ayudaría, o eso me decían.
Era tiempo de comenzar de nuevo, el colegio era enorme comparado con el anterior. Parecía una universidad, con los alumnos sentados en el verde césped. Los grandes edificios de ladrillo rojo estaban divididos por materias prácticas y teóricas. Tendría materias como física en el edificio 1 e historia en el edificio 2.
Después de pasar a retirar mis horarios por administración, caminé directo a mi clase de química. Llegué cinco minutos antes de que el timbre anunciara el comienzo de las clases. Los alumnos esperaban al profesor mientras charlaban de lo que habían hecho el fin de semana. Un señor de unos treinta años apareció, haciendo que todos tomen asiento en sus respectivos lugares. Después de presentarme a mis nuevos compañeros, el profesor Horton comenzó a impartir su clase, a los pocos minutos entró una chica con todo el pelo revuelto y la ropa manchada.
-Profesor, lamento la demora. Tuve un problema con el auto.- comentó la recién llegada y unos chicos que se aguantaban la risa estallaron en carcajadas.
-Clifford, Irwin y Hemmings, cállense.- advirtió el señor Horton, la chica los miró con maldad- No hay problema, Leah, toma asiento.
Después de la interrupción todo continuo tranquilamente. No podía dejar de mirar a Leah cada vez que respondía las preguntas del profesor, lo cual era la mayor parte del tiempo. Ella tenía el pelo negro recogido en una especie de moño, también una argolla en su nariz que le daba aspecto de mala. Pude darme cuenta de que sus manos nunca se quedaban quietas, cuando no estaba tomando notas, juagaba con la lapicera pasándola entre sus dedos.
El timbre sonó dando por finalizada la hora. Leah se levantó de su lugar y fue directo a donde Clifford, Irwin y Hemmings se encontraban.
-Tengo que admitir que no me lo esperaba, pero ahora les advierto que tendrán que cuidarse.- les dijo y salió del salón.
No sabía si debía tenerle miedo o no, pero su actitud llamaba mi atención y tenía muchas ganas de conocerla realmente.
-Hey, chico nuevo- me llamó uno de los chicos.
-Hola, soy Ashton, él es Luke y él Michael.
-Yo soy Calum- les dije, presentándome.
Ashton era el típico chico simpático, que siempre está haciendo bromas para hacer reír a los demás. Luke era el más alto, a pesar de que era el más joven, y el más tímido del grupo. Por último, Michael, tenía un aspecto de chico rebelde por su pelo teñido de diferentes colores. Todos juntos se complementaban formando un grupo muy raro y eso me gustaba. Ellos me dieron un pequeño recorrido por el colegio y me presentaron a algunas personas.
Íbamos a nuestra siguiente clase, cuando tres chicas corrieron hacia nosotros y se lanzaron sobre Luke, Michael y Ashton.
-Ellas son nuestras chicas.- comentó Michael, dándole un beso a la joven que estaba con él. Ella era alta, con el cabello castaño.