A eso de los trece, quizá catorce años, Daniel Hernández creyó que nunca estaría más nervioso que el día cuando cayó en cuenta que la niña que durante muchos años había sido su mejor amiga se había convertido en algo más para él y que había dejado de tener sentimientos de sólo amigos por ella, aquel día en el que tuvo que pretender que todo seguía normal, en serio recordaba lo nervioso que había estado cuando tantas veces Karly le había preguntado si se sentía bien, y él simplemente había tenido confianza para asentir y seguir fingiendo por algunos años más que nada había cambiado entre ellos. Pero por supuesto había estado equivocado y lo comprobaba a sus veintitrés años, cuando llegó el gran día, el que había estado planeando desde hace casi medio año y que definitivamente, lo estaba poniendo más nervioso que nunca antes en su vida.
—Tranquilízate —me pidió Carlos interrumpiendo mi paseo por el recibidor improvisado que mis amigos y las chicas habían ayudado a montar para esa ocasión—, me estás poniendo nervioso a mí también y si me pongo nervioso probablemente le diga yo toda la verdad en cuanto llegue —advirtió.
—Te... te cuelgo de... del primer poste de luz que encuentre si haces algo así Carlos
—Obviamente no lo haré, sólo deja de pasearte de un lado a otro, me estás mareando y vas a despertar a Rafa —señaló mientras acomodaba a su pequeño sobre su hombro—, ahora respira profundo para recuperar la calma y repite conmigo —pidió haciendo que lo mirara—, es en serio, repite conmigo —pidió mi amigo. Suspiré rendido a sabiendas de que no se daría por vencido.
—Ok, repetiré —refunfuñé.
—Nada malo puede pasar hoy...
—Nada malo puede pasar hoy —imité.
—Porque es obvio que Karla...
—Karly —corregí interrumpiendo a mi amigo con una sonrisa que se formó en mi cara ante la sola mención de mi novia.
—Mi punto era que nada malo puede pasar hoy porque Karly te ama, tú la amas y todo saldrá bien, a final de cuentas... ya te estabas tardando —opinó haciéndome sonreír mientras asentía, la verdad Carlos tenía razón y me había tardado un poco en hacer todo esto, sobre todo porque mi plan original era hacerlo desde hace cinco años, cuando nos graduamos de la preparatoria, sólo que en aquel entonces cuando había decidido que le pediría matrimonio a Karly en un viaje a esquiar no resultó porque para cuando el momento de viajar llegó nuestros papeles no estaban en regla y tuvimos que posponer nuestro pequeño plan.
—Pues disculpa, pero tampoco se me hacía tan fácil —confesé—... sólo ella y Dios saben cómo es que hace para seguir poniéndome nervioso y...
—Esa enorme sonrisa en la cara cada que hablas de ella y cuando la ves, en serio que uno piensa que comenzarás a babear en cualquier momento —intervino Manuel haciendo que Carlos asintiera de acuerdo.
—¿No se supone que estabas con las chicas? —cuestioné al recién llegado.
—Estaba —asintió—, luego me enviaron a avisarles que ya todo está listo y sólo nos queda esperar a Karly
—¿Todo? —cuestioné.
—La verdad no me atreví a preguntar y dudar de ellas —confesó Manuel—, pero... ya las conoces yo supongo que cuando dicen todo es todo, incluso los detalles que tal vez tú pasaste por alto
—De acuerdo —suspiré.
—¡Listo! —anunció Karen que juntó con las chicas se acercó a nosotros—, ya todo está preparado... sólo falta Karly
—En realidad, Antonio dice que llegarán como en cinco minutos así que es hora de que todos nos vayamos —avisó Danna mirando la pantalla de su celular.
—De acuerdo, suerte Dani, que todo salga bien —deseó Marlen dándome un abrazo de despedida.
—Que te vaya bien —le siguió Adi.
—Gracias chicas, por todo —respondí.
—No te preocupes —inquirió Danna comenzando a despedirse; Carlos pasó a Rafael a los brazos de Karen y pronto solo quedamos Carlos, Manuel y yo esperando la llegada de mi chica.
—Creo que tú deberías ir a dónde está la mesa —musitó Carlos hacia Manuel que intentaba arreglar el corbatín rojo que llevaba puesto.
—¿En serio?, ¿ya?
—Pues... sí, sí eso creo —respondí.
—Ya qué, te veo adentro amigo —se despidió Manuel marchándose a paso rápido.
—No te quiero poner nervioso, pero... ahí vienen —murmuró Carlos, me evité responder y asentí en medio de un sonoro suspiro, en efecto, el auto de Antonio se estacionó frente a nosotros y casi instantáneamente mi mirada se encontró con Karly que me miró aún desde el auto con el ceño ligeramente fruncido, dejé que Antonio hiciera todo su papel de chofer como él había pedido y unos segundos después cuando abrió la puerta del copiloto y ayudo a Karly a bajar se aclaró la garganta.
—Señorita y... no sé si decirte señorito —inquirió mi amigo hacía mí—, en fin; he cumplido con mi misión, espero de todo corazón que tengan una hermosa velada —agregó poniendo la mano de Karly sobre la mía.
—Gracias —murmuré casi al mismo tiempo que mi novia, Antonio se retiró con un pequeño asentimiento de cabeza hacia nosotros y otro hacia Carlos. Y desde entonces fue que la única mujer que había amado en toda mi vida se adueñó completamente de mi atención, como si no le fuera poco el tener por completo mi corazón entero desde hacía ya tanto tiempo, supongo que la verdad siempre sería reconfortante esa sensación en el pecho, o la de las mariposas en el estómago que siempre, cada ocasión que la chica por la que rezaba se convirtiera pronto en mi prometida sonreía se despertaban, y eso solo fue otra razón para saber que siempre la amaría como la amaba hoy y que el sentimiento jamás cambiaría porque ella era sencillamente el amor de mi vida.
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Mentiras de Amor
Teen Fiction¿Qué haces cuando intentas reparar un corazón roto por tu propia cuenta? ¿Le lloras día tras día a la chica que te dejó por uno de tus mejores amigos? Porque claro, la sigues amando. ¿Sales con un montón de chicas para olvidarla? No, ninguna de la...