51. Una felicidad bien merecida.

3.9K 383 55
                                    

Aun no puedo creer lo que está pasando. Siento que la emoción me carcome por dentro, no recuerdo haberme sentido así alguna vez. Alex está allá abajo y está bien. Casi siento ganas de salir corriendo y verificar si de verdad está ahí, pero aunque en esta situación tendría todo el derecho de actuar impulsivamente no lo hago. En lugar de eso me acerco con pasos lentos al vestido que está extendido sobre la cama. Su parte superior es de color blanco y la falda es azul oscuro brillante, casi como si pareciera azul metálico. Además es strapless. Lo tomo entre las manos, tratando de entender. ¿Tengo que ponerme esto?

Sabrina se acerca por un lado y me pone la mano en el hombro.

— ¿Qué estás esperando? Póntelo. Si te quieres duchar también puedes hacerlo—dice ella, señalando hacia el baño del lujoso lugar —. ¿Verdad, Diana?

No hay respuesta. Observo que Diana está mirando por la ventana con los brazos cruzados. Parece algo nostálgica. Es como si estuviera frustrada por un problema al que no encuentra la respuesta.

— ¿Diana? ¿Estás bien? —pregunto, algo dudosa.

Ella nos mira, con la mirada algo perdida. Fuerza una sonrisa no muy convincente y contesta:

—Sí, estoy bien.

Sabrina me mira y se encoje de hombros. ¿Qué le pasa a Diana?

Con el vestido en mis manos me dirijo hacia el baño y observo la gran ducha. Me pregunto si debería bañarme. Después de todo estuve viajando y debo oler mal. Dejo el vestido a un lado y decido darme un baño. Trato de no demorarme mucho y al salir me siento mucho mejor. Con cuidado me pongo el elegante vestido y por un momento tengo la impresión de estar vestida con seda. ¿De verdad puedo usar esto? Parece muy caro.

Salgo de la ducha teniendo cuidado al caminar. Podría manchar el vestido con algo, que se yo. De verdad aún no puedo creer que esté pasando esto. ¿Quiere decir que cuando iba a visitar a Alex al hospital últimamente, él estaba ahí y me escuchaba? ¿No hubiera sido más fácil despertar y hacerme feliz de esa manera? Pero no, decidió fingir que seguía en coma y pegarme un susto de muerte solo para darme una sorpresa. Al pensar eso lo odio... pero a la misma vez, me parece lo más tierno que alguien haya podido hacer.

Aunque aún no puedo respirar bien de la impresión.

Cuando salgo, Sabrina me está mirando con mucha impresión. Me da vergüenza que me mire. Yo no debería estar vestida así en primer lugar. Se supone que debería estar hablando con Alice sobre el futuro de Alex... pero eso ahora ya no es necesario, ¿verdad? Pensar eso me provoca una gran alegría en el corazón.

—Estás hermosa—me dice, caminando hacia mí—. Ese vestido te queda muy lindo.

Diana se acerca por un lado y me sonríe, aunque aún parece algo ausente.

—Te ves muy bien, Blair—dice, tomando mis manos—. Parece que al fin esa alegría ha llegado, ¿verdad?

Suspiro mientras asiento. Parece que sí. Sin embargo Diana me mira como si desease que un día esa alegría le llegara a ella también.

—Diana...

—Ven, vamos a arreglarte.

Entre Diana y Sabrina me sientan frente a un tocador. Cada una toma algo de maquillaje y comienzan a hacer lo propio con mi cara. Me cuesta mucho quedarme quieta, sobre todo cuando alguien más me está maquillando y no soy muy buena para estas cosas. Luego comienzan a peinar mi cabello y afortunadamente me lo dejan suelto, aunque lo sujetan con algunas pequeñas pinzas decoradas con mariposas. También me ayudan a ponerme unas sandalias, que afortunadamente son de tacón bajo. Cuando han terminado casi no puedo reconocerme en el espejo.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora