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Los gritos de su madre eran cada vez más fuertes. Él se debía quedar en el armario, ella se lo ordenó así.
Vasos romperse, las sillas cayendo, todos los sonidos le hacían querer arrancarse los oídos. Jungkook, de tan sólo nueve años, tapaba su boca para no gritar, no quería que lo encontrara. Una vez ya lo había hecho y había terminado con un ojo morado.
Cuando los gritos de la Señora Jeon cesaron el pánico le abrumó. Aún con bastante temor salió corriendo de su escondite, bajó las escaleras a toda velocidad y se detuvo en seco al ver a su madre en el suelo inconsciente. Caminó lento, sus lágrimas caían por sus mejillas a medida que se acercaba a ella. A punto de agacharse para auxiliarla, una enorme mano lo tomó del cabello, lanzando al pequeño contra el suelo.

—No la toques, marica —Dijo secamente el padre de Jungkook.

—P-pero ella no se ve bien, ayudaré a mamá, sólo-

—¡¿No me escuchaste?! —Lo tomó del brazo presionando fuerte.

Jungkook tenía miedo, su padre le daba mucho miedo. El olor que emanaba era asqueroso. No sabía de que clase de olor de trataba, al fin y al cabo ¿Cómo un niño sabría el olor del alcohol?

—Suéltalo... —La Señora Jeon se reincorporaba lento. —Te dije que no salieras, Jungkook.

—¿Crees que te haré caso, perra? —Miraba a su esposa mientras ejercía más presión en el brazo del pequeño.

Jungkook gritaba que lo soltara, le dolía mucho su brazo, golpeaba el brazo de su padre, aunque sabía que era inútil.

—¡Lo estás lastimando! —Gritó

—¿Crees que me importa?

—¡Es tu hijo!

—¡Un hijo mío no puede ser un marica! —Soltó a su hijo para caminar rápido hasta su esposa y tomarla del cabello. —Es tu culpa que este niño sea así... —Desabrochó su cinturón y lo dobló en dos.

—No... Espera...¡NO! —La Señora Jeon gritó tan fuerte al sentir un primer azote en su espalda, parecía estar a punto de desgarrar su garganta.

Jungkook se encontraba en el suelo, su respiración era rápida, estaba en completo shoock. No sabía que hacer, sus piernas temblaban, su garganta se secaba, veía a su madre sollozando.

Cuando el segundo azote aterrizó en la espalda de su madre y ésta soltó un grito enorme, las piernas del pequeño Jungkook reaccionaron y salió corriendo. Quería regresarse, quería hacerlo, quería ayudar a su mamá... pero tenía miedo, tanto miedo que prefirió huir, o al menos él así lo veía, estaba huyendo.
Entró a su cuarto poniendo el seguro, se adentró en el armario. Deslizó su espalda por la puerta, los gritos de su madre no cesaban, sus ojos se llenaban de lágrimas, creía que no había escapatoria. Tapó sus oídos y cerró sus ojos. Tal vez en algún momento el silencio llegaría y eso... eso le aterraba aún más.

Jungkook despertó con lágrimas en los ojos, y una sensación de dolor en el pecho. La última vez que había tenido una pesadilla había sido hace a sus once años. Talló sus ojos borrando todo rastro de esas lágrimas. Miró el reloj y aún era temprano.
Bajó hasta la cocina y sus fosas nasales se inundaron de un aroma delicioso.

—No puedo creerlo... —La Señora Jeon llevó la punta de sus dedos a la boca simulando sorpresa. —Estás despierto tan temprano y en Sábado.

—Bueno, a veces lo hago sólo para que el desayuno no se enfríe —Tomó una manzana de la mesa riendo mientras le daba un mordisco.

—Esta era la parte donde por fin comienzas a ser un hijo modelo —Dijo sin dejar de revolver los huevos. —Ya sabes, esas cosas de pararse temprano y ayudarme a hacer el desa-

 TONTOS [TaeKook/VKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora