Capítulo 42: Los rescates | Parte I (Zenyatta)

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Tras organizarse; cada grupo de héroes de Overwatch acudió al rescate del secuestrado.

Mei, D.va y Lúcio, irían al monasterio de Zenyatta, en Nepal.

Gracias a la ayuda de Pharah, pudieron conseguir transporte, pues unos soldados de Helix Security, les acompañaban, pilotando una nave especial.

Genji les rogó con lágrimas en los ojos que salvasen a su maestro Zenyatta, que había sido un padre para él, y ellos, se lo prometieron.

El robot de Mei, Nevado, volaba por toda la nave, nervioso.

—Tranquilo, Nevado. Lo conseguiremos —le tranquilizó Mei.

—¡Claro! Unidos somos imparables, ya lo verás amiguito —añadió Lúcio con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Cuánto queda para llegar? ¡Estoy deseando acabar con los malos! —preguntó D.va.

—Un rato —respondió el piloto algo irritado.

D.va infló sus mofletes y se quedó callada de brazos cruzados.

—La verdad es que somos el equipo de los positivos, je, je. Haríamos buena pareja —dijo Lúcio mirando al techo.

Mei y D.va, se intercambiaron miradas sin saber a quien se refiría. Mei se sonrojó.

—Lo haremos genial, ya veréis —animó Lúcio.

Tiempo después, en el monasterio...

Zenyatta meditaba en el centro de una sala, al aire libre. Estaba anocheciendo y la nieve lo cubría todo: el suelo, los pilares decorativos, las vallas de alrededor, él mismo, pero no le importaba, su único objetivo ahora, era el de permanecer meditando, inmóvil, durante el tiempo que se había marcado.

Enfrente suya, había un cronómetro que realizaba un sonidito por cada segundo que pasaba. Cuando el sonidito se convirtiera en un estruendo, entonces ya podría terminar su actividad.

Tick... Tick... Tick...

El robot, como por arte de magia, sobrevolaba el suelo un metro (no era nada tecnológico). Tenía las piernas cruzadas y los brazos en alto, juntando los dedos índice y pulgar.

De repente, se escuchó un tremendo ruido. Dos naves negras y con el símbolo de Talon, sobrevolaban las montañas de Nepal, a unos 100 metros de él. De ellas, bajaron numerosos soldados, armados con ametralladoras.

—¡Buscad al ómnico! —gritó un hombre.

Era Sanjay Korpal. Acto seguido, desenfundó una pistola y avanzó junto a sus soldados.

Zenyatta lo estaba escuchando todo, sabía que venían a por él, pero siguió allí, inmóvil, cumpliendo su actividad con tranquilidad.

Un grupo de soldados llegaron ante él, apuntándole.

—Tekhartha Zenyatta...

El cronómetro aún seguía contando los segundos, por lo tanto Zenyatta seguía inmóvil.

Tick... Tick... Tick...

—Venimos a por usted —dijo el hombre, acercándose lentamente al robot.

Tick... Tick... Tick...

—¿Por qué se mantiene en el aire? —dijo uno asustado.

—No hagas tonterías o te volamos la cabeza, ¿Me entiendes, ómnico?

Tick... Tick... Tick...

El hombre agarró el brazo del robot para esposarlo.

—Eso es... Quieteci...

Overwatch | La NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora