La ambulancia se detiene a centímetros de mí.
Fulmino con la mirada a las dos estúpidas que van en ella.
Una de ellas mi ex casi mejor amiga y la otra su pareja.
Bufo molesta y le sostengo la mirada, nunca volvere a bajar la mirada, el sonido de otra sirena llama mi atención.
En ella mi mejor amiga abre la puerta del copiloto sin detenerse.
Con el corazón a mil ignoro a la primera ambulancia, subo a la segunda al vuelo, sin mirar atrás.
Me importa poco si ellas nos siguen.
-¿Lugar? Me pongo el cinturón mientras intento entender las miles de voces que se escuchan en la radio de la ambulancia.
Pecas va a responder, pero ninguna de las dos puede decir palabra alguna al ver lo que pasa. Todo se queda en un silencio ensordecedor, el silencio que nos rodea se rompe por el jadeo que doy, las dos vemos al cielo y reprimo un grito al ver cómo el cielo se vuelve completamente negro, se llena de humo y los gritos de los transeúntes empiezan a retumbar en mis tímpanos.
-Al aeropuerto.- responde ella sin detenerse.
Es un avión.
Un avión esta cayendo en picada.
Se me cierra el pecho y por unos segundos dejo de respirar, si no estuviera consciente de lo acelerado que estan los latidos de mi corazón pensaría que este ha dejado de latir, pero no es así, sigo viva para mi mala suerte.
Porque todo este desastre es mi culpa.
Todo es mi maldita culpa.
