Capítulo 1

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Una joven de cabello azabache caminaba por las calles atestadas de Konoha. Sus perlados ojos intentaban contener las lágrimas que amenazaban con salir, su pálida piel lo estaba más de lo normal en ella, bajo sus ojos se acentuaban sus ojeras, que eran de un marrón muy sutil pero que hacían demasiado contraste con su piel; su postura era recta, no lo hacía apropósito pues era a lo que llevaba acostumbrada desde que era una niña, su estatura era media, delgada, pero no en exceso; sus curvas eran tapadas por sus ropas anchas de colores pastel, ya que no le gustaba llamar la atención de la gente. Era una chica sencilla, dulce y humilde, y muy tímida; aunque cuando cogía confianza con la persona aquella timidez disminuía. Siempre había sido muy alegre y al final de cada camino veía un rayo de sol, pero en cierta manera en esos momentos no veía ese rayo.

El recuerdo más doloroso de su vida le vino a la memoria mientras caminaba...

Aquella mañana había decidido confesar sus sentimientos al que era su amor desde que tenía uso de razón. Le había costado mucho armarse de valor y esta vez no se echaría atrás.

Al llegar a la casa de su amado dejó una nota, en la cual le decía el lugar en el que se verían y la hora. No quería dejar cabos sueltos. De camino a su hogar, compró en el mercado todo lo necesario para hacer un delicioso almuerzo. Una vez tuvo todos los ingredientes caminó a su vivienda apresuradamente, se hallaba muy contenta, pues pensaba que la respuesta del rubio iba a ser afirmativa. ¿Cómo había llegado a esa conclusión? Fácil. Siempre alagaba su forma de luchar, a veces le decía lo bonita que se veía, siempre glorificaba lo delicioso de su cocina y le expresaba que su marido sería muy afortunado. ¿Qué pensaría su rubio si supiese que lo quería a él como futuro esposo?

Cuando llegó a casa, fue directamente a la cocina. Cortó verduras, carne, coció arroz para el oniguiri, batió huevos para hacer tortillitas rellenas, etc. Una vez que el refrigerio estuvo completamente listo, metió todo en una mochila junto a dos botellas de agua.

Había estado tan concentrada en que todo el almuerzo saliese perfecto que no se había percatado de la hora, se alteró un poco porque si no se apresuraba llegaría tarde a su propia cita.

Llegó al lugar acordado justo a tiempo, era ese campo de entrenamiento en el que lo había visto esforzarse miles de veces. Aquel era ese río que la había visto practicar sus habilidades, simplemente para mejorar y algún día convertiste en una Juniche, una fuerte, pero a la vez gentil.

Estaba de pie, admirando el bello paisaje de aquel lugar, cuando escuchó los pasos y la voz de su amado.

-Oe, Hinata – volvió su cuerpo hacía el lugar del que venía la voz-.

-Bue-más tardes Na-Naruto-kun – hubiese preferido que de sus labios no hubiese salido aquel ligero tartamudeo que siempre usaba con él-.

- ¿Para qué me has citado 'tebbayo? – su sonrisa hizo que apareciese aquel rubor tan característico en su mejilla-.

La joven estaba sonrojada al máximo, luchaba por no desmayarse.

-Ha-había pe-pensado que-e podrían-os comer ju-juntos- aquella última palabra le costó mucho decirla sin desvanecerse-.

-Claro que sí. Me encanta como cocinas 'tebbayo – él rubio le dedico aquella sonrisa que tanto amaba y enseguida se puso feliz-.

Hinata caminó hacía la orilla del lago, seguía por el rubio. Ciertamente, la ponía nerviosa lo que pasaría después de la comida, pero debía ser valiente y confesarle su amor. Ambos se sentaron en la orilla, Naruto parecía esperar ansioso a que Hinata sacase los bentos, los cuales rebuscaba en su mochila. La joven sacó todo y le dio el que había preparado especialmente para él.

Dos almas encontradas ( SasuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora