Rompes las nueces de mi cáscara.

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"Ojalá tuviese una explicación lógica de lo que está sucediendo, porque de verdad, no sé qué está pasando aquí."

Erina atisbó el interior de aquella clase donde la anarquía reinaba, de derecha a izquierda, otearía con perplejidad, la escena al completo de cómo sus compañeros estaban cometiendo una de sus numerosas tonterías.

¡La mediocridad era la norma por aquellos tiempos!

La mesa del profesor vacía, las primeras mesas, concentradas como si fuese una barricada militar donde atrincherarse, apiñadas de forma que un círculo de pupitres y sillas, resguardasen al resto de los allí implicados.

Aki, el chico más aventurado y quizá, coaccionado por el resto, saldría a dar las debidas explicaciones, mientras que el resto, unos más disimulados que otros, sostenían su anonimato sustentado por las barreras de falsa madera y metal de poca calidad.

"¡O-Oh, Eri Eri! ¿Cómo va todo? ¿Buscas al resto?"

La mirada de la chica recién llegada, atravesó al /inocente/ albino, con una letal crueldad, había sido tal la fatalidad, que de ser Mortal Kombat, el jovenzuelo en cuestión, habría sido rematado por Subzero y Mileena al mismo tiempo. Pero igual de secas, fueron las palabras de la antipática y dura delegada de clase.

"Busco la vida inteligente que hizo su máximo esfuerzo al votarme, pero que ahora parece agonizar como la resistencia de algunos de esos pupitres."

La chica inhaló... Exhaló... Y cargó de nuevo verbalmente.

"¡RECOGED ESTE ESTROPICIO, TENEMOS QUE HABLAR AHORA MISMO! ...Y tú, Aki, ven conmigo."

La rubia de cabellos recogidos en una coleta, parecía haber llamado a un perrito, ya que realmente, en la visión que tenía de este: Las orejitas, lengua afuera, ojitos brillantes y correa en el cuello; dichos rasgos caninos, estaban incluidos en su imaginación.

Olga, la chica con pelo alga a la que Aki llamaba Oruga por su acento japonés inevitable, terminó por reírse en bajo, entre dientes, señalando a Aki porque, una chica tan perdida en la vida como ella, malpensada como ninguna otra, veía al chico de cabellos blancos como un perro, pero... No de la misma e inocente forma que tenía la delegada.

¿BDSM? Correas, complementos de cuero, tapones de— ¡Si si si, todo eso rondaba la mente de Olga! Y más, pero eso era lo que una pirada como ella, tuviese tanta popularidad con los chicos. Si, la popular advertencia: No acercarse, podrías acabar haciendo cosas demasiado vergonzosas y de las que no querrías hablar el resto de tu vida escolar.

¿No era Haine el ex-novio de ella? Ese mismo chico, que en su momento era el casanova de todas, el: Aquí te pillo aquí te mato; ahora no era más que una pequeña basurilla oculta con los otros, que no tenía siquiera el valor de quejarse por la forma que Olga tenía de pedirle toda clase de favores.

De hecho, en un momento como ese, la misma Olga, haría unas señas hacia él.

Movió sus manos e hizo un cuadrado uniendo el pulgar e índice de ambas manos(Coge la cámara) y apuntó con ellos al condenado albino (y graba al perro-dedor).

"Maldita zorr—"

Masculló Haine, pero antes de que quisiera decir más, la loca del porno saltó con un.

"OH, SI, OLGA, HASTA EL FONDO DEL STRA—"

De una forma más física que ella, el mozalbete acusado de haber sido sodomizado con un juguete sexual, se abalanzó sobre ella, con una mano sobre la boca de la que portaba unas gafas demasiado formales para unos pensamientos tan caóticos y fuera de serie.

"Shhh, no seas así, joder."

Otros compañeros comenzaron a mirarles mal, pero...

¡Kataplof!

Antes de que siguieran, Erina alcanzó aquel lugar, justo cuando pensaban que Aki y ella habrían de salir por la puerta, cuando verían a la delegada cabellos platino, ahora mencionar con un tono bastante grave.

"Ordenad. Esto. ¡AHORA!"

Yup, this is not serious.Where stories live. Discover now