Aullido del Norte

743 39 3
                                    

El ambiente cálido de la habitación adormecía sus sentidos por momentos, provocándole bostezos involuntarios y tensión en sus ya agarrotados músculos. Obligó a su cuerpo a pararse y estirarse con el fin de descontracturarse antes de que ella llegase y le exija ir al patio para ver como entrenaba con el resto de sus hermanos. Se asomó por la ventana de la recámara, calefaccionada por lo vapores que circundan en el interior de las paredes gracias a las termas, viendo como la nieve caía perezosamente, convirtiendo todo el lugar en un campo níveo donde la gente trabajaba diligentemente en su respectivas labores. Cansándose de estar viendo el blanco puro que le traía recuerdos de antaño, decidió saltar a la cama cubierta con pieles y rosas, fundiéndose con el aroma que la piel de ella había asimilado con los años.

No sabía cuándo volvió a dormirse, lo único que tenía conocimiento era que su nariz estaba hundida en la almohada que utilizaba todas las noches para descansar, Soltó un gruñido placentero cuando una mano se hundió en su cabeza, masajeando su pelo oscuro como la noche sin estrellas. Sintió que su cabeza fue alzada para que luego sea depositada en las femeninas piernas pertenecientes a Lyanna, quien lo miraba amorosamente pero con un rastro de reproche, como todos los días sucedía.

-No te he dicho que dejes de dormirte en mi cama? – le dijo la joven de pelo oscuro y ojos grises, tomándolo por el rostro y mirando fijamente sus ojos verdes.

-Grrr...- fue todo lo que respondió, dejándose llevar por las caricias en su cara y dándole una brillosa mirada.

-Eso no vale! Siempre me haces lo mismo! Lo digo en serio, Spectre! – reclamo la mujer, tratando de desviar la mirada pero fallando estrepitosamente.

-Woof! – ladró el ojiverde, saltando de la cama y moviendo la cola, burlándose de ella por volver a perder.

-Papá y los muchachos tienen razón...eres demasiado inteligente para ser un simple lobo- ofendida, se explayó la joven loba Stark.

Dicho lobo solo ladró felizmente de nuevo y se sentó, alzando su hocico orgullosamente mientras su cola se meneaba como un péndulo. Lyanna, por su parte, bufó para después empezar a cambiar sus ropas por unas más cómodas que utilizaría en su entrenamiento.

-Si ya acabaste de ponderarte, prepárate porque nos vamos al campo y me verás practicar con la espada durante toda la tarde- sonriendo lobunamente le dijo la muchacha, recibiendo como respuesta un aullido lastimero que le sacó una risa melodiosa que resonó en la torre del castillo.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Sus orejas peludas se humedecían con los copos, haciéndole gruñir y poniéndolo en un humor de mil demonios. Había tomado su lugar sobre una carreta que previamente declaró como suya, mirando depredadoramente a cualquiera que quisiese correrlo de allí. Veía como Lyanna entrenaba con su hermano Brandon mientras Ned y Benjen esperaban sus turnos, adquiriendo un aspecto gruñón cada vez que su pareja recibía un golpe que la desestabilizaba. Las piernas de la joven se movían con rapidez, pero carecían de la fuerza necesaria para resistir las reyertas en un solo lugar, teniendo que recurrir más de una vez a realizar veloces estocadas y alejarse antes de receptar un contraataque de su hermano mayor.

Su cuerpo se estremeció cuando vio como la loba caía al suelo, perdiendo su escudo en el proceso, teniendo que rodar en la nieve para esquivar a Brandon. Cansándose de la misma escena, que se repetía días tras días, bajó sigilosamente de la carreta y se movilizó hasta el escudo, mordiendo las enarmas de tal manera que cubriese la parte superior de su cabeza. Cuando Lyanna estaba a punto de rendirse y dejar que Ned tome su turno, una bola de pelos sombrías saltó por encima de ella, deteniendo el espadazo que el primogénito Stark efectuó, y sorprendiendo a todos los presentes, incluyendo a los sirvientes.

Aullido del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora