Te Necesito en Línea

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—¡Lénna! —no sé cuántas veces he escuchado que llamasen mi nombre, decidí no hacerle caso en los anteriores pero esta vez, la voz de mi madre parece decidida y fuerte, como si se atreviera a golpearme por no prestarle atención.

Entonces despego mis ojos del aparato al que le llamamos celular, para verle la cara a la mujer que me dio la vida y me resguardo en su vientre por nueve meses. Es algo gracioso, siempre creí que las madres se comían al bebé, porque, no me explicaba como diantres podía estar una criatura desarrollándose en el vientre de su madre por nueve meses.

La cara de mi madre está ligeramente fruncida, es algo típico de ella, así que no le tome demasiada importancia.

—¿Qué no tienes otra cosa que hacer, que estar en ese aparato?— la manos de mi madre encuentran sus caderas y se mantienen en ellas, muerdo el interior de mi mejilla al ver lo enojada que se encuentra por importarme más mi celular que su argumento seguro regañandome.

A mi edad los adolescentes se mantiene apegados a la tecnología, es algo que parece inyectado en nuestra generación. Hablar en la mesa sobre nuestro día se había acabado por completo, la gente es más rápida socializando a través de su teclado y no de sus ideas. Suena triste, pero es la realidad de nuestra era. Yo personalmente soy mejor como incógnita, simplemente mis pensamientos fluyen más escritos que hablados.

Por eso no tengo amigos reales. Pero si amigos virtuales.

Que patética soy.

Cómo ya te dije, te quedarás con tu abuela en estas vacaciones. Tu padre me necesita en Francia y no puedo llevarte conmigo— mi madre se acerca hasta mi con intenciones de arreglar el simple echo de que me dejará durante cuatro meses— Cielo, sé que lo entiendes. Lamentablemente tu padre sufrió ese accidente y no te obligaré a pasar tus vacaciones en un hospital.

Desafortunadamente mi padre sufrió un accidente automovilístico en donde los doctores señalan que se quebró tres costillas y no siente de la cadera para abajo, dijeron que lo más seguro es que quedase lisiado. Cuando me enteré de la noticia sentí mi pecho estrujarse y romperse como si me quitarán el corazón, sentí mis piernas volverse pura gelatina y mis horribles pensamientos me llevaron a imaginar lo inimaginable. Mi madre actuó de peor forma, así que compró un boleto a Francia y se irá por estos cuatro meses.

—Te llevaré mañana, empaca tus cosas. Iras a las afueras de la ciudad.

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