Sonrío, estas a salvo a pesar de todo, no importa cuántos mueran en mis manos, tú eres el único que puede saciarme y calmar la sed de sangre que me atormenta clamando por la muerte de cada mal nacido sin castigo alguno, aunque solo sea una excusa de mi mente para aplacar mis remordimientos por ser la bestia que soy y lo que necesito para vivir... lo único que me distrae de la verdad de ser un antropófago.
Tus ojos sin brillo ni luz me enfocan, ambos sabemos de antemano que es una mentira ese intento de hacernos sentir normales; tú eres la luz de la esperanza de esa gente y yo la oscuridad que promete encantadoras pesadillas. Sentado ahí, en la pequeña silla que se encuentra en la sala de recibo de esta diminuta casa, me miras con reproche, adoptando el papel que te impuse y al que tanto te acostumbraste: mi esposo.
-tardaste...-mencionas con aire preocupado- ¿qué has hecho ahora?
Por toda respuesta acaricio tu pelo y te entrego el obsequio que he recogido para ti, me encantó en cuanto lo vi y pensé que luciría precioso en ti.
-¿d-de quién es?- jadeas, con regocijo y miedo a la vez- se siente más suave que las otras... p-por favor dime que no es...
-¿recuerdas al chico?
-... no puedes seguir así-me reclamas.
-ni tú tampoco.
Silencio entre ambos... ya llegamos al momento incomodo cuando cada ciclo termina, es suficiente, ya deberíamos estar empacando para largarnos al siguiente estado o poblado.
Decido ignorar las lágrimas y pongo manos a la obra, comienzo a guardar lo más necesario para nuestra subsistencia y escucho tus quejidos y sollozos.
Odio esto...
-yo solo quiero una vida normal para nosotros- dices entre hipidos.
-lástima que no somos normales-no tienes ni idea de cuánto lastima ser el villano en este mundo putrefacto.
-lo sé,- afirmas- ambos estamos locos para los estándares normales-ríes, eso amo de ti, la manera tan frenética que posees para cambiar de ánimo- tú necesitas comer y yo necesito alguien que cuide que las voces no hagan de mí lo que se les dé la gana...te quiero... lo sabes, ¿verdad?
-lo sé,-apremio- ¿ y tú sabes cuánto te adoro?
Te levantas y, por primera vez en mucho tiempo, vuelvo a ver tus ojos reales, aquellos que miran todo a detalle, que evalúan todo tan rápido y a la vez tan lento que pasan su atención por los mismos lugares más veces de lo que se considera sano.
-claro que lo sé,- apremias- eres el único que me ayudo cuando nadie más lo hiso, fuiste tú el que me dio la libertad que necesitaba y me salvo del eterno reconcomio de no ser "normal".
Tomas la ropa de mis manos y la miras con cierto descontento antes de aventarle a la caja única que llevaremos en nuestra huida.
-eres un diseñador maravilloso,-comentas- no entiendo la razón por la cual al final debemos deshacernos de todos tus trabajos... son preciosos.
-podemos conservar uno por vez... pero solo uno-concedo
Miras los guantes en tus manos, hechos con la piel del miserable asaltante de cuarta, tan bien trabajada que ante muchos parecerán de tela, o cuero si es que alguien los toca, no hay evidencia... ni tampoco indicios de lo que son.
-conservaré estos, son de piel muy joven aún, durarán más.
-exacto, mientras más joven la piel más difícil de trabajar, pero su vida útil es mayor-digo empacando los pocos cachivaches necesarios para aguardar apariencias.-vámonos, ya no queda mucho.
-iré por la gasolina-dices resignado-¿podemos no quemar algo alguna vez?
-no te preocupes por la gasolina, la rocié antes de salir,- aviso- solo trae los serillos.
De ahí en más es lo mismo de siempre, incendiamos la casa mientras nos alejamos por la parte trasera y nos detenemos a unos cuantos kilómetros para ver el poblado iluminado por la gran fogata que es la que fue nuestra casa por escasos tres años.
-kurt...-me llamas por mi nombre real, algo que hace tiempo no hacías- en serio, ¿podemos no quemarlas aunque sea por una vez?
Suspiro, siempre es el mismo conflicto, tú quieres conservarlas y yo me empeño por destruirlas.
-¿para qué Aiden?-digo algo brusco.
-eres un hombre insensible,-me regañas- es que no quiero ver arder el hogar en el que desempeñamos una vida más o menos normal, toma en cuenta que al llegar a un nuevo sitio me conviertes en el señor de la casa y no me permites asomar ni por la ventana... me apego a la casa y a la ilusión de que al fin seremos algo... cercano a una familia.
-y tú eres un hombre muy sensible, Aiden, sabes que si pudiera te daría una vida normal, pero la sociedad en la que nos movemos no está preparada para nosotros, y de la que huimos somos fracasos... además-objeté- para ser una familia se necesitan hijos... arconte idiota.
-¿y quién dice que no los tenemos?-ríes y besas mis labios
-¿qué...?- digo en estado de shock- ¡pero somos varones y no perteneces a ninguna rama antropófaga, ¿cómo rayos vamos a tener hijos?!
Te carcajeas y me miras divertido.
-obvio no tendremos hijos propios, imbécil-pones tus dedos sobre mis labios- me sorprende que tu olfato no te avise, yo los oigo desde aquí.
Entonces percibo el llanto de lo que parecen ser tres bebes, probablemente estén en una bolsa de plástico agotando el poco oxigeno que les queda.
-son recién nacidos...
-¡exacto!, seremos sus padres-chillas y hechas a correr en la dirección de donde proviene el llanto.
Suspiro y observo cómo el fuego se ha propagado a la casa de al lado y los bomberos tienen problemas para controlarlo; bien, esto era lo que querías desde un inicio: una familia, no estoy seguro de que tan correcto será esto, condenaríamos almas inocentes... y además...
-¡son hermosos!-gritas a mi lado dándome un susto de muerte, ¿Cuándo regresaste?
-¡Aiden, avisa!-reclamo.
-¡mira, son unas linduras, son iguales a mí!-chillas lleno de alegría.
Miro a las criaturitas de olor a leche tierna, sí, sin duda son recién nacidos; sus ojitos sin aún enfocar nada revelan que son pequeños arcontes, se sienten protegidos en tus brazos y por eso ahora están tan tranquilos y cómodos... a pesar de que tú no lo estas tanto.
-bien, vámonos, no queremos estar con recién nacidos fuera cuando caiga la noche...-digo resignado.
-¡oye, kurt, ayúdame con uno de nuestros hijos!-reclamas
Tomo al más pequeño fingiendo hacerlo de mala gana y camino con paso rápido, esto va a ser una locura, aún no sabemos a qué rama pertenecen y tardaremos mínimo tres años en saberlo, nos entorpecerán el modo de huida y seremos más vulnerables... pero si una familia es lo único que me pides a cambio de quedarte siempre a mi lado... me esforzaré por dártelo.
Lo único que me queda por hacer es rezar porque estos pequeños no nos odien demasiado cuando tengan la conciencia de lo que pasa a su alrededor.
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una familia para ti
Short Storybueno, es la primera vez que escribo este tipo de ideas, me gustaría mucho que me dieran una opinión al respecto. resumen: esto va a ser una locura, nos entorpecerán el modo de huida y seremos más vulnerables... pero si una familia es lo único que m...