~ Antes quiero decir que yo no tenia pensado volver a publicar aquí (si leyeron mi mensaje en mi tablero supongo que quedó claro), pero diversas circunstancias no me permitieron dejar el capítulo para aquellas personas que me lo pidieron, así que por ellas lo dejo aquí, porque me han apoyado a pesar de comportarme como un monstruo desalmado con cada uno de ustedes.
Además, nuevos lectores se han agregado y, por ahí me llegó un comentario en donde me preguntan si soy masoquista... Lo responderé ahora. Considero que los masoquistas son ustedes que disfrutan de leer de esta clase de historias... (Tal vez yo un poco al escribir). ~
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~ N. Yuu. ~
- Puedo ver en tu cara la decepción o... Al menos eso no lo esperabas - Trevor se recostó sobre mi pecho... Pero... Después de eso... Esperaba algo más, una explicación ¿Tal vez?
- No es... No es eso, Trevor, yo quería...
- Puedo explicártelo... Pero no te aseguro que te gusté lo que escucharás...
"Yo... Llegué aquí, a Japón buscando tantas cosas además de proteger a mis hermanos... Algo más que el calor de un amigo, algo que en mi antiguo hogar no tuve.
Mi madre no tenía un buen trabajo al iniciar, en realidad ella tuvo que entrar de camarera en uno de esos lugares donde a las mujeres se les paga por... Lo sabes, enseñar más piel y dejarse tocar por quién sea. Lo curioso era que ahí también había algunos hombres...
A veces, siendo yo el mayor iba a entregarle recados a mamá en horas de trabajo y me encontraba con tantas cosas que... Mejor olvidar.
Un día mamá estaba ocupada, o eso dijo su encargado y me hicieron esperarla en un vestidor. Entrando en el había un chico vestido con medias de red y falda, tacones y una peluca verde corta.
Él me dijo que era lindo y creí que tal vez me confundió, aunque ahora no lo creo más. Me llevó arrastrando a probarme unas medias negras de red como las suyas, un vestido un poco corto y una peluca roja colocando al final una corona pequeña sobre mi cabeza. Dijo que me veía preciosa... Lo dijo.
Era una reina preciosa... Mirándome en el espejo...
Él me tomó una foto y yo nunca lo supe, simplemente me quité aquel disfraz.
Otro día volví y me encontré al muchacho acompañado del encargado de mi madre, ambos me llevaron al mismo vestidor y me hicieron ponerme aquel conjunto con una pequeña modificación: el vestido era más corto y los detalles en rojo destacaban aún más. Me gustaba, pero era extraño para mi.
Me empujaron tras una puerta y me condujeron a un pasillo oscuro...
Caminé hasta llegar a la luz y salí. Llegue a un escenario.
Hombres, algunas mujeres me veían y todo era resplandor en mi cara. ¿Qué debía hacer?
El chico, con su respectiva ropa o como debiese decirse, salió y me llevó al frente, caminó al rededor de mi y lamió mi cuello no sin antes susurrar algo en mi oído que no alcancé a comprender.
De pronto, entre toda esa gente apareció un hombre de traje que parecía ser muy diferente a los demás. Ese hombre me dirigió una sonrisa y yo simplemente me quede ahí, congelado.
Él hombre hizo una llamada y yo por mi parte voltee a ver al chico a mi lado quién parecía esperar al de traje. Cuando él terminó con su llamada, le hizo una seña a mi compañero quien rápidamente me arrojó hacia aquel hombre y sorprendentemente este logró atraparme entre sus brazos caminando conmigo directo a otro pasillo con todas las miradas sobre nosotros."