Nunca había tomado alcohol.
Bueno, una que otra vez. En mi infancia había entrado en secreto a la oficina de mi padre para robarle un sorbo de su licor de frutillas.
Aunque no me gustaba a que sabía. Era como fruta fermentada mezclada con antiséptico.
No lo hacía por el sabor, igual. Lo que me gustaba era lo que me hacia sentir: ese ardor en la garganta que me bajaba hasta la boca del estómago y me estallaba en mil pedazos.
Era como tragar fuego.
Era como tener un sol adentro de mí.
Ahora tenia cirntos de soles en mí.
María vació su heladera encima de la mesa para café que ahora parecía una barra de boliche. Y yo tomé un poco de todo lo que pude.
No había licor de frutillas, pero si había de otros tipos. Los evité, no quería que me hicieran acordar a mi padre y me terminara convirtiendo en una de esas borrachas melancólicas que se ponen a llorar a los gritos en cuanto empinan la botella.
No necesitaba hacer una escena.
Eva me sacaba a bailar cada vez que una canción movida comenzaba.
"¡Esta es mi canción favorita!" decía por cada una que sonaba por los altavoces.
Yo sólo me reía y le seguía el juego.
Nos quedamos solas en el living cuando María y Elías fueron a la cocina mientras Carlos y el chico de la cafetería, Mateo, hablaban en el balcón frontal que daba hacia la noche de la cuidad.
Las luces de los edificios y los alumbrados públicos les teñían la cara de anaranjado.
Aunque yo solo podía mirarlo a él.
Su perfil resplandecía mientras le salía humo por la boca y se le metía hasta la nariz.
Sonrió por algo que Mateo le dijo.
Sentí como se me contrajeron los músculos del estómago.
—Debés estar harta de tanta concheta de country ¿no? —Eva me habló mientras nos sentábamos en el sillón, algo agitadas de tanto bailar.
Me encogí de hombros.
—Supongo que estoy acostumbrada.
Se rió. Encendió un cigarrillo hábilmente con una sola mano.
—Te compadezco. Vos pareces tan buena gente. No pareces de esos fascistas hijos del capitalismo moderno.
No sé qué quiso decir con eso.
Yo tenía entendido que los fascistas y los capitalistas no se llevaban muy bien que digamos. De todas maneras, no dije nada. Tan solo la miré mientras fumaba y estiraba la espalda hacia atrás, apoyando la nuca contra el respaldo del sillón con los ojos cerrados.
Las luces de neón le hacían brillar sus facciones nórdicas (nariz fina, pómulos altos, ojos ligeramente enchinados) y dibujaban patrones en su cara como si estuviera siendo vista a través de un caleidoscopio.
De repente, yo también tuve sueño.
Quizás era la tenue iluminación que te dificultaba ver con claridad o quizás era el alcohol.
Imité sus movimientos y me recosté del lado opuesto al que estaba ella.
Tenía el ventanal hacia el balcón justo enfrente de mí.
Pude verlo.
Seguía con el cigarro balanceándose entre sus carnosos labios de arriba a abajo. Su sombra dibujaba una silueta en el piso que me rozaba las puntas de los suecos de charol.
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ARCÁNGEL (el ángel fanfic)
ФанфикDios provee al mundo lo que el mundo necesita. (r.p)