Capítulo 3

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JungKook

- ¿Qué es esto? - grité y tiré la carpeta que tenía en mis manos al escritorio con furia.

-El testamento- dijo el secretario Im sin inmutarse ante mis gritos.

-Ya sé que es eso- aclaré echando chispas –a lo que me refiero es a esto- señale aquella oración que había cambiado por completo mi lindo humor mañanero.

- ¿Nunca se lo dijo su padre? - preguntó como si fuera lo más obvio del mundo.

- ¿Decirme qué? - dije ya con el coraje a tope.

El secretario Im se acercó con paso lento y busco dentro del escritorio.

-Esto- dijo y me estiro una carpeta plástica con un nombre en ella.

- ¿Park JiMin? - pregunté sin aún entender nada.

JiMin

Seguidos golpes en mi puerta hicieron que me levantara asustado y que mirara inmediatamente el reloj sobre mi mesita de noche.

- ¿8 de la mañana? - pensé- ¿Quién será a las 8 de la mañana?, no esperen, esa no es la pregunta adecuada, quiero decir, no es como si tenga algún amigo, nunca nadie podría ser a las 8 o a alguna hora en particular.

Y entonces todas aquellas películas de secuestros y asesinatos cobraron sentido, y mi pánico subió hasta el tope, bajé lentamente las escaleras y la puerta volvió a sonar.

- ¿Esta alguien aquí? - gritó una voz masculina tras la puerta.

Me acerqué lentamente y miré por la ventana, un chico con un abrigo rosa y tres tallas más que él, hizo acto de presencia.

- ¿Quién eres? - pregunté intentando no sonar asustado.

El chico dió un paso atrás y empezó a buscar por todos lados hasta ver a la ventana en donde literalmente solo se veía la mitad de mi cara.

-Hola- saludó alegremente- soy el nieto de la señora de la tienda, y me dijo que te traiga esto- y alzo una funda para que pudiera verla.

- ¿Qué es? - pregunté curioso.

-Son galletas- respondió aún con la misma alegría.

En ese momento empecé a debatir si abrir o no la puerta y decidí que sí, pues si las galletas tenían veneno, por lo menos moriría comiendo algo rico.

Abrí la puerta despacio y el chico se asombró cuando salí por completo.

- ¡Que adorable! - chillo y su acto ocasionó que pegue un salto por el susto- Lo siento- se disculpó al ver mi reacción.

El chico me miraba como animal nuevo en zoológico, y eso me estaba causando escalofríos.

-No soy adorable- dije fríamente y tomé la funda de sus manos, para luego cerrar la puerta en su cara y acercarme nuevamente a la ventana- y gracias.

Me alejé de aquel chico raro y fuí directamente a la tele.

-Por lo menos no debo hacer desayuno hoy- pensé tranquilamente y sonreí a tiempo de que aquel artefacto tecnológico encendía. 

Eres un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora